La magia de las "Divinas palabras" de Valle-Inclán embruja al Campoamor

El público aplaude en pie la vibrante y tenebrosa propuesta del grupo "Atalaya", que marca el regreso de un estreno nacional al teatro ovetense

Un momento de la obra.

Un momento de la obra. / Fernando Rodríguez

Eva Vallines

Eva Vallines

El Campoamor volvió a albergar un estreno nacional de teatro, después de tantos años de barbecho, y lo hizo con un grupo tan emblemático como "Atalaya", referente del teatro independiente y de investigación con un clásico de nuestras letras con la potencia de "Divinas palabras", la mejor obra de Valle-Inclán a juicio de Ricardo Iniesta, director y alma mater de "Atalaya".

Un patio de butacas lleno aplaudió puesto en pie esta versión vibrante y tenebrosa, llena de estímulos sensoriales y que tiene su fuerte en la composición de cuadros y personajes, en la plástica del vestuario y la escenografía de conos lumínicos.

Dos escenas de «Divinas palabras». | Fernando Rodríguez

Una escena de "Divinas palabras". / Fernando Rodríguez

Ricardo Iniesta pudo encontrarse con viejos amigos, una nutrida representación de históricos del teatro asturiano, como su homólogo Etelvino Vázquez, que con su Teatro del Norte lleva una labor paralela al Centro de Investigación del TNT, siendo ambos discípulos de Eugenio Barba y el Odin.

Atalaya celebra sus 40 años sobre la escena con el montaje de una obra para ellos muy significativa, pues es la segunda vez que la ponen en pie, después de recorrer más de 150 ciudades y finalizar en Pekín la gira de su primera versión en 1998.

La magia de las "Divinas palabras" de Valle-Inclán embruja al Campoamor

Otra escena de "Divinas palabras". / Fernando Rodríguez

Curiosamente la actriz principal, Silvia Garzón, que aquí encarna a Mari Gaila, daba vida en la primera versión a su hija Simoniña.

Afirmaba Iniesta a este periódico que el Campoamor "es un teatro en el que nos ha ido muy bien siempre" y que "Divinas palabras" respira "norte, bosque, meigas y brumas; este texto respira magia".

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