La emoción inunda el Bellas Artes con el libro "Olasola" de Ramón Rodríguez

El artista presenta una obra de imágenes con poemas de Carlos Fueyo creada tras la muerte de su hijo Jacobo como "elegía y metáfora de vida"

Ángel A. Rodríguez, Carlos Fueyo, Alfonso Palacio, Ramón Rodríguez y Fermín Santos.

Ángel A. Rodríguez, Carlos Fueyo, Alfonso Palacio, Ramón Rodríguez y Fermín Santos. / Fernando Rodríguez

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Una marea alta emociones inundó ayer el Museo de Bellas Artes de Asturias con la presentación de "Olasola", un libro de artista que tiene su razón de existir en una ausencia inesperada: la de Jacobo Rodríguez Palacio, legendario surfista fallecido el 17 de junio del año pasado cuando su corazón quedó varado en medio del mar de Salinas con solo 51 años. Aquella conmoción alimenta ahora una obra que engarza el trabajo visual de su padre, el artista Ramón Rodríguez, con la de su amigo de siempre, el poeta Carlos Fueyo Tirado.

El público abarrotó el patio del Palacio de Velarde para asistir a una presentación en la que también participaron Alfonso Palacio, director del Museo de Bellas Artes de Asturias, Ángel Antonio Rodríguez, crítico e historiador del arte, y el editor Fermín Santos.

No era para menos: se trata de una auténtica joya en una edición de 30 ejemplares con dos pruebas de autor y un encarte, una elegía que recupera para la vida lo que fue un naufragio de tristeza. "Olasola" es el libro número 24 de la colección "20x20 Poemas, Textos y Grabados" de la editorial de Santos López, con ocho imágenes de Rodríguez y ocho poemas de Fueyo Tirado. Los primeros ejemplares tenían destinatarios evidentes: la familia más cercana de Jacobo, en primera fila de una oleada de emociones. Palacio habló de una obra "magnífica", Santos destacó la belleza de grabados y poemas que componen una celebración de la vida y de la muerte, el mar que "nos atrapa y nos confunde. A veces cruel". Símbolo, también y además, de resurrección. Metáfora de vida.

Ramón Rodríguez, que hace tiempo que trabaja con Inteligencia Artificial y foto analógica, contó que buscaba "textos etéreos". Sutiles y profundos. "Estaba trabajando con ‘El viaje soñado’ sobre lugares donde no estuve y en los que me gustaría estar, pero..." Pasó lo que pasó y las huellas de Jacobo, una vez vencidas las reticencias iniciales de Fueyo, pasaron a la arena de papel. Ambos autores, ayudados por algunas asistentes el acto, pusieron voz a los versos. "Lo normal es que los artistas plásticos ilustren la obra, aquí fue al revés".

Olas de todo tipo y emoción. Nocturnos, amaneceres, mares tumultuosos, eterna cadencia a la que pone palabra Fueyo, impresionado por el trabajo del editor, hecho con las manos en un mundo "hipertecnologizado". Poesía oceánica bañada por la ambigüedad que persigue porque "permite interpretaciones variadas y no excluyentes". Infinitas vidas, Jacobo surfeando, vértigo de náufragos. Y el silencio. Horizontes de espuma y siempre el lecho eterno del mar donde surfean los sueños. Una cerrada ovación abrió la última pincelada de emoción.