Juan Luis Vázquez: "Haïm Brezis era una mente maravillosa, un profesor deslumbrante"

El científico asturiano evoca al gigante de los números, por quien "me hice matemático profesional en el sentido creativo de la palabra"

Por la izquierda, el profesor Ildefonso Díaz, Haïm Brezis y Juan Luis Vázquez, en una fotografía tomada en Toledo en 2011.

Por la izquierda, el profesor Ildefonso Díaz, Haïm Brezis y Juan Luis Vázquez, en una fotografía tomada en Toledo en 2011. / LNE

Tino Pertierra

Tino Pertierra

El 7 de julio fallecía uno de los matemáticos más importantes del siglo XX, Haïm Brezis (Riomès-Montagnes, Francia, 1944), una mente prodigiosa que ensambló belleza pura y utilidad práctica. El matemático Juan Luis Vázquez, (Oviedo, 1946) evoca para LA NUEVA ESPAÑA la figura gigante de un hombre clave en su carrera internacional.

Viajamos al primero de octubre de 1976: "Terminé matemáticas en 1973 en la Complutense, y durante tres años estuve muy implicado intentar hacer una tesis. Había mucha agitación política, se perdía bastante tiempo. En 1976 decidí cambiarme de departamento porque un director muy perspicaz me dijo ‘vente con nosotros que tenemos un contacto con París que puede cambiarte un poco el despiste que tienes sobre qué es hacer una tesis, que no consiste en estudiar y no ni en protestar por la calle para que haya unas elecciones generales, que está bien pero no eso no es la tesis’. Me cambié de departamento y apareció Brezis, que era una gran figura en París, y tenía el espíritu vital de conocer a toda clase de gente de todos los países del mundo que quisiera hacer matemática y resolver sus problemas. Era una persona muy abierta, y por ello muy universal".

Empezó a trabajar con él y en tres años terminó la tesis, "yendo frecuentemente a París a hablar con él. Nunca estuve allí con una beca, tenía que dar mis clases como tantos otros profesores no numerarios. Acabé la tesis en 1979, y ya había cambiado completamente mi idea de lo que eran las matemáticas. Había visto a una persona deslumbrante como profesor, que no es que estudiara matemáticas, es que las hacía. Y había escrito un libro muy hermoso que estudiamos para la tesis. A partir de ahí yo me hice matemático profesional en el sentido creativo de la palabra".

Era, recuerda, "una persona muy metida en sus matemáticas y judío practicante. Nosotros éramos jóvenes progresistas no revolucionarios pero sí partidarios del nuevo régimen democrático que aún no se había dado. No se hablaba mucho de temas personales, hablábamos sobre todo en matemáticas".

Lo más fascinante del genio matemático era "su mente maravillosa. Cuando tú intentas crear una cosa, tienes que tener una idea nueva que funcione, y si no te funciona, si tu mente no da de sí y no consigues probar un nuevo teorema, una nueva ley de la física... Lo que hace la ciencia, y lo que hacen todos los inventores: algo que sea creativo y que tenga belleza, belleza y a ser posible utilidad. Él, como matemático creativo, era muy bueno, tenía muchos problemas abiertos sobre los que podías escribir un artículo. Podías ganarte la vida si le seguías, era un poco como Jesús con los apóstoles. Escuchando lo que él decía y leyendo sus libros te dabas cuenta de que el problema que te planteaba lo podías resolver. En tres años resolví tres problemas y leí la tesis, y desde entonces he estado trabajando matemáticas, ya independiente de él pero en contacto, unas veces más y otras menos".

Los alumnos españoles formaban parte "de lo que se podría llamar la legión extranjera. Esas personas a las cuales él visitaba en sus países con su afán de extender su influencia, claro, tenía algo en la cabeza que le hacía ser como proselitista de la ciencia. Y nosotros, digamos, teníamos siempre la espada encima de la cabeza de que si no trabábamos suficiente no nos haría más caso. Y se acabó la historia. Es como cuando tienes un buen médico y de repente te dice ‘no te recibo’".

El matemático fallecido, resume Vázquez, "pertenecía a una tradición matemática que era muy fuerte en el siglo XX, la idea de crear unas matemáticas que fueran, lógicamente, muy perfectas, pero que, además, sirvieran como apoyo para el desarrollo de las ciencias, como la física, la química o la biología. Y en el momento en que él tuvo su influencia importante no se había desarrollado, con la potencia tremenda que hay ahora, el cálculo computacional. Era un experto en análisis matemático, capaz de comprender cómo se dibuja una función y por qué esa función representa un fenómeno físico. ¿Por qué una curva tiene que ver con la distribución de densidades de un gas. Es decir, todos los fenómenos físicos que son cuantitativos se basan en las matemáticas. Y la labor importante es la de aquellas personas que tienen en su cabeza suficiente capacidad para desarrollar las matemáticas analíticas o geométricas y al mismo tiempo comprender cómo se aplica eso después a los fenómenos de los procesos sociales y científicos.

Su figura está en una categoría máxima "junto a 20 ó 30 de su tamaño, que han tenido esa visión, esa capacidad de tener alumnos, esa capacidad de escribir libros, esa capacidad de intentar nuevos problemas y hablar con los matemáticos aplicados. Está muy bien considerado en nuestra profesión, que es una esquinita del universo. Él estaba contento de que su carrera había dado de sí libros y artículos muy apreciados por todo el mundo y con tantos alumnos que eran como sus hijos o sus nietos". Vázquez, que siempre intentó escribir como Brezis "con un estilo elegante y claro, dos cosas muy características del espíritu clásico francés", suma certezas: "Las matemáticas son hoy día inmensamente útiles". Y, por cierto, "la situación de la matemática en España tiene mucho futuro".