Opinión

En busca de la obra de arte total, en Oviedo, a propuesta de "Asturias capital mundial de la poesía"

Un edificio de Álvarez Castelao incluye una gran intervención en su reforma de la fachada obra del pintor Pelayo Ortega

A la izquierda, la potente escalera industrial, diseño de Menéndez Hevia; a su derecha, un panel de Pelayo Ortega. Arriba, el diseño del pasadizo de comunicación del edificio, también de Menéndez Hevia. Debajo y más a la derecha, otros paneles artísticos de Ortega.

A la izquierda, la potente escalera industrial, diseño de Menéndez Hevia; a su derecha, un panel de Pelayo Ortega. Arriba, el diseño del pasadizo de comunicación del edificio, también de Menéndez Hevia. Debajo y más a la derecha, otros paneles artísticos de Ortega. / Juan Plaza

Sara Moro es historiadora del arte

Una de las máximas con la que muchos de los arquitectos de mediados del siglo XX trabajaron en Asturias fue la búsqueda de la obra de arte total. Una persecución en la que no sólo tenía cabida la buena praxis de su oficio, sino que a ella debía sumarse, o, mejor dicho, integrarse, el trabajo de otros creadores. Una sinergia creativa en la que arquitectura, escultura, pintura, cerámica e, incluso, diseño se unían con la pretensión de alzarse como auténticos faros creativos dentro del panorama artístico del momento, buscando aunar lo mejor de cada disciplina en un mismo espacio.

Uno de los arquitectos que con más compromiso y convicción supo renovar el paisaje arquitectónico de la región desde mediados de los años cincuenta, incorporando en su trabajo la impronta de otros creadores, fue Ignacio Álvarez Castelao (Cangas del Narcea, 1910-Oviedo, 1984), cuya personal e inventiva obra supuso una auténtica modernización de los principios formales y estilísticos de la arquitectura asturiana del pasado siglo. Autor de obra residencial, religiosa, institucional e industrial, por citar algunas, en su afán por alcanzar un trabajo plenamente moderno Castelo se acompañó en muchos de sus trabajos de artistas contemporáneos. Antonio Suárez y Joaquín Rubio Camín fueron dos de los más asiduos colaboradores del arquitecto en trabajos cuyo resultado supone una admirable y, en muchas ocasiones, atractiva simbiosis que aún hoy es motivo de elogio. Ejemplo de ello es la capilla del colegio de las Dominicas (1950), la reforma del convento barroco de Santa Clara en Delegación de Hacienda (1960) o la Facultad de Ciencias Geológicas y Biológicas (1965).

Sin embargo, las buenas artes siempre son permeables al contacto con otros tiempos y otras formas de mirar y entender la creación. Y un ejemplo lo hallamos en nuestro presente de la mano, precisamente, del propio Álvarez Castelao. Más concretamente, en las calles Víctor Chávarri 19 y General Elorza 25, donde un edificio de los años setenta, proyectado por el arquitecto cangués en su última etapa, ha entablado un nuevo diálogo que conecta pasado con presente a través de la incorporación en su fachada de la obra de un artista plástico contemporáneo de gran proyección, Pelayo Ortega (Mieres, 1956).

Una intervención harto interesante, fruto de la reciente rehabilitación llevada a cabo en el inmueble según el proyecto diseñado por el estudio de arquitectura de Alicia Ferrao y Julio Redondo, en la que las fachadas del edificio se constituyen como auténticos lienzos donde Ortega despliega su particular lenguaje. Un universo de personajes, símbolos, a veces sólo trazos, que transitan las líneas del inmueble con elegantes y rítmicas cadencias compositivas.

Arriba, la potente escalera industrial, diseño de Menéndez Hevia; sobre estas líneas, el diseño del pasadizo de comunicación del edificio, también de Menéndez Hevia, con un panel de Pelayo Ortega. A la derecha, a la izquierda y abajo, diversos paneles artísticos de Ortega. | Juan Plaza

Una de las fachadas del edificio "Verso a verso", con las planchas de aluminio a las que Pelayo Ortega ha llevado sus sugerentes trazos. / Juan Plaza

En este sentido, gracias a la sobriedad y el rico juego de entrantes y salientes que presentan los frentes de esta edificación, aunque conservando su esencia contenida y depurada, el pintor nacido en Mieres dispone, a modo de fotogramas, o quizás destellos figurativos, distintas escenas y motivos que hallan en la poesía su leitmotiv. Un tema que es, a su vez, una suerte de pregunta o desafío lanzado al ciudadano y que se resume en, ¿cuál es tu verso?

La idea, nacida a propósito del proyecto Asturias capital mundial de la poesía, propone una invasión poética del espacio urbano. Una delicada forma de detenerse ante la creación. Un asalto artístico. Así, el conjunto desarrollado por Pelayo Ortega e integrado en el edificio proyectado por Ignacio Álvarez Castelado hace cincuenta años, establece además un diálogo con la llamada Plaza de la Poesía, en la que una escultura de Herminio genera una nueva comunicación artística que, unida a la titulada "Columna de los artistas", obra de la creadora venezolana Ileana Mariotto y ubicada en el espacio de El Vasco, conforman un núcleo de palpitante creatividad ubicado en una de las vías de acceso a la ciudad de Oviedo más importantes.

Trazando esa línea de unión con la poesía y, por lo tanto, apostando desde el presente por ese deseo de alcanzar la obra de arte total, esta intervención recibe el título de "Verso a verso". Y así, imagen a imagen, Pelayo Ortega colma con sugerentes fragmentos las fachadas de Víctor Chávarri y General Elorza, combinando figuración, grafismo y palabra, en un todo de gran belleza.

En un pasaje interior hay obra del prestigioso diseñador José Antonio Menéndez Hevia

La disposición de estos paneles, formados por módulos de aluminio sobre los que se ha colocado un vinilo de alta resistencia, resulta asimismo de gran inteligencia al haber sido dispuestos a modo de retícula dinámica, casi intuitiva, en la que los distintos tamaños, ubicaciones y desarrollos aportan vitalidad y fuerza al conjunto. Sin desdeñar, eso sí, uno de los aspectos más loables de esa intervención, el cual radica en el respeto y el deseo de integración con el que se hace, apostando por la sobriedad de colores, el gusto por lo conciso y lo sucinto que agrupa y da coherencia a todo el conjunto. De alguna manera, esta contención, repleta de elegancia y deferencia para con el edificio y su historia, supone una invitación a mirar con mimo, a detenerse, a integrarse incluso, en la sugerente narrativa presentada por Pelayo Ortega. Un acceso al arte desde lo cotidiano. Una forma de convivir con la expresión artística. Una llamada a la contemplación desprendida.

No acaba aquí el grueso artístico que acapara este inmueble. En su interior, son otras dos las intervenciones que completan y engrandecen este conjunto. Existe un pasaje interior, obra del prestigioso diseñador José Antonio Menéndez Hevia, a quien el Museo de Bellas Artes de Asturias dedica precisamente una exposición, sobre el que también se ha actuado. De esta manera, junto al lenguaje industrial y de mimados acabados del diseñador asturiano, de nuevo ha sido Mariotto la creadora que, desde el presente, ha dejado su marca con tres obras que aportan frescura y color a este pasaje interior que conecta ambos bloques de edificios.

La idea, surgida desde el estudio de arquitectos que han trabajado la reforma de este inmueble para mejorar su accesibilidad, eficiencia energética e implementación de nuevos servicios comunes, unida al deseo de su promotor por enriquecer la ciudad a partir de aquello que la construye, han dado como resultado una actuación que mira hacia la comunidad, proyectándose al exterior desde el deseo y convencimiento de progreso y mejora.

El camino de la búsqueda llega así hasta nuestros días y en ellos parece enriquecerse. Así, "Verso a verso" es poesía, poesía urbana. Una invitación, un presente, una obra de arte total.

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