La nueva sede del IPLA toma forma en La Corredoria para abrir en verano

Los laboratorios del centro ya están casi terminados a la espera de instalar las cámaras frías y el sistema de tratamiento de agua

La mudanza del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA) desde Villaviciosa hasta el barrio ovetense de La Corredoria se encamina a su recta final. Al envoltorio de la fachada, de un color blanco impoluto, ya se suma un espacio interior amplio y luminoso. Muchos de los laboratorios y los despachos del nuevo centro ya lucen un aspecto muy similar al que será su resultado final. Desde la institución, calculan que el traslado definitivo se realizará en verano, en torno al mes de agosto. En La Corredoria se instalarán los 80 trabajadores de su plantilla, diez más de los previstos hasta hace un año. De este equipo, 20 personas son científicos investigadores, a los que se sumarán este año dos más que acaban de obtener su plaza.

Los flecos que faltan para poner en funcionamiento el edificio son principalmente dos: la instalación de las cámaras frias y del sistema de tratamiento de agua. Así lo confirma María Fernández, directora del IPLA y delegada en Asturias del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ansiosa por culminar el "largo camino" que ha supuesto cambio de sede, que lleva terminada, pero inoperativa desde abril del año pasado. La científica achacó los retrasos a una "época difícil" conformada por la pandemia y la subida del precio de los materiales de construcción. "Hubo que resolver muchos problemas por el camino, y la apertura final será un balón de oxígeno muy necesario para seguir creciendo", explicó.

El proyecto de planta piloto es otro aspecto clave para el instituto de productos lácteos. En la actualidad, el instituto cuenta con una, pero está obsoleta y con algunos equipos no operativos, lo que no permite ofertar servicios a los grupos de investigación, empresas o instituciones que trabajan en este campo. Para el edificio de Oviedo se prevé una planta con envasadora, un biorreactor, un liofilizador, una instalación para la filtración de membranas, un sistema analizador de emulsiones, un reómetro y un equipo de limpieza. Todo ello complementará la actual planta de quesería. La planta debe terminarse antes de final de año, ya que cuenta con una financiación europea que si no caducaría.

En la planta superior del edificio, hay salas de catas, despachos compartidos y salas polivalentes que también presentan un aspecto muy avanzado. El centro no cuenta con un salón de actos propio, pero utilizará el del Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (INCAR), a escasos metros de la nueva sede. El aumento de la plantilla de la institución, que comenzó su actividad en 1990 con dos investigadores, da una idea de su crecimiento en contratos y proyectos nacionales e internacionales. En cuanto a los detalles del mobiliario del centro, este conllevará una inversión de casi 900.000 euros. Además, de Villaviciosa saldrán todos aquellos equipos que funcionen, dejando en el edificio maliayés tan solo el mobiliario. 

La ubicación en La Corredoria, muy cerca del instituto y de la estación de tren, es otro de los puntos positivos para la directora del centro. Al lado de centros como la Fundación para la Innovación Biosanitaria (Finba), el HUCA o el vivero de empresas sanitarias, el IPLA será según Fernández "generadora de sinergias" en lo que para muchos ya es "la milla de la bata blanca" en Oviedo. A todo ello, se espera sumar al polo biotecnológico de los terrenos de La Vega, que impulsa el Principado y que el CSIC se ha ofrecido a diseñar.