Los "Campeones" de Ossó y Vinjoy

Una gran sacudida emocional en el teatro Filarmónica

La del viernes pasado fue una noche emocionante, uno de esos raros momentos que se quedan grabados en corazones perplejos y acelerados de pasiones y gritos contenidos. Disfrutábamos en las butacas del Filarmónica con la representación adaptada de "Campeones", uno más de los sueños locos y proyectos integradores de nuestra Facultad Ossó, está vez en colaboración con los chicos y chicas de Vinjoy.

La expectativa generada, por lo complejo, atrevido y esperado del montaje, fue tal que el público fue formando cola con más de una hora de antelación en las puertas del teatro Filarmónica, y los actores se mostraban unos a otros la foto de la cola, que daba la vuelta a la calle, emocionados y sorprendidos. Después de tres años de espera, ensayos, incertidumbre y covid, casi parecía un sueño estar por fin sobre las tablas del teatro. Este coctel de esperas y emociones se dejaba traslucir en los nervios que desde primera hora de la mañana sentíamos todos, pero el director y el elenco de actores se mostraban seguros, contenidos, disfrutando del día, tanto los profesionales como ese maravilloso grupo de actores y actrices amateur a los que embarcamos en esta aventura. Actores, alumnos de la Fundación Vinjoy, que nos dieron una lección de capacidad y superación, de verdadera profesionalidad, discapacitados que representaban una discapacidad que no era la suya, sino aprendida en la observación diaria de sus compañeros.

El buen hacer de todos los implicados se notó en cada detalle; no hubo distinción en cuanto a profesionalidad actoral, compromiso, trabajo, intensidad y entrega. Todos en escena lo dieron todo y estuvieron al mismo nivel, y el montaje fue algo espectacular, escenas que todos tenemos grabadas en la retina de la película, momentos apoteósicos cuando volaban con un público entregado que cantaba el mítico "volare", desternillantes escenas audiovisuales de sus partidos y correrías, demostrando que se puede ofrecer un producto profesional y de calidad desde un espíritu amateur empapado con los valores de la inclusión, y con alma social.

En el encuentro que los actores y el público mantuvieron al final del espectáculo, ellos nos contaron su experiencia, y fuimos conociéndoles más de cerca. Luego llegaron las felicitaciones y los aplausos, y la emoción inundó el teatro. Lloraron nuestros chicos y chicas, satisfechos y orgullosos, lloraron las familias, los profesionales, el público,... ¡Lloró hasta el apuntador! Pero fue un sentimiento de alegría, de satisfacción, de orgullo, de formar parte de algo precioso y valioso que no se ve todos los días.

Y es que entre tanto ruido de noticias negativas da gusto recordar, de vez en cuando, que el mundo está lleno de personas alegres, buenas, motivadas, que hacen cosas así de generosas.

Ojalá que mucho más público, de todas las edades, y en muchos lugares, tenga la oportunidad de verlo. No solo por tratar sobre lo que trata y de quiénes se trata, sino porque como espectáculo, más que teatral se trataba de auténtica vida, merece la pena que pase a formar parte de la oferta cultural no solo de nuestra ciudad, sino de toda la región. Que de minoritario se quede en el recuerdo de todos y tenga por muchos años un lugar en los corazones de todos.

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