Opinión

Un paseo con acento inglés

La buena impresión que causa Oviedo en el visitante extranjero

Oviedo es una ciudad cómoda y apta para los paseos tranquilos y sosegados. Una urbe exquisita, limpia, universitaria y amable cargada de sensaciones y mucha geografía urbana con la historia pegada a sus raíces medievales. Lo compruebo todos los días en mis periplos ciudadanos, especialmente por la zona castiza y secular. Y en este tiempo mucho más, pues recientemente visitó Vetusta un amigo inglés que llevaba muchas lunas deseando acercarse desde Londres a Oviedo para conocer una capital con sabor y predicamento por su configuración física y por la notable culinaria salida de los óptimos restaurantes, casas de comidas y sidrerías repartidos por todo el perímetro urbano.

Esteven Potts llegó a Carbayonia coincidiendo con la festividad de la Ascensión. Se movió por toda la población, disfrutó del momento entre gaitas y bullicio, paseó por todos los rincones de este burgo antañón, realizó infinidad de fotografías, bebió sidra, estuvo en el Carlos Tartiere viendo al Real Oviedo y recordando a Cazorla en sus días en el Arsenal, se llevó al estómago una fabada esplendorosa y tortos con picadillo, entre otras ambrosías domésticas. Con esta visita relámpago, el ciudadano inglés de raíz británica primigenia alabó el buen ambiente ovetense, la hospitalidad de sus gentes, el buen nivel de vida, el escanciado sidrero, las viejas tradiciones, el prerrománico, la Santa Ovetensis Catedralicia y grandes caminatas de un lado a otro de esta acogedora metrópoli con el parque de San Francisco de pulmón verde y referencial. Esteven Potts, profesor y abogado comercial, se erigió sin proponérselo en un estupendo embajador para promocionar Oviedo en su terruño británico. Quedó entusiasmado de la belleza cívica de esta población astur y le llamó mucho la atención las diversas pastelerías de aquí con una calidad más que contrastada. Con su gracejo inglés y en un castellano perceptible, señaló que Oviedo tenía mucho olor a hojaldre, un sabor horneado en los modernos obradores confiteros como Camilo de Blas, Rialto, Mallorquina o Asturias, por indicar unos ejemplos de la excelente dulcería local. Y en estos días los paseos ciudadanos conformaron un acto de fe y una manera de entender una población norteña, culta y emprendedora, que vive mucho en la calle y sabe ofertar delicados trozos de esa historia atávica y realenga al turista accidental. Esteven Potts se llevó a Londres horas intensas cargadas de sentimiento verdadero con la percepción del paseante ilustrado y sabedor de que Oviedo, aparte de cabecera oficial de Asturias, es actualmente Capital Española de la Gastronomía, que es mucho y bueno. Y todo este hecho es un óptimo mensaje del turismo práctico y de proyección. Yo lo defino el efecto multiplicador y publicitario en versión cultural y próxima.

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