Opinión

Sin cabello no hay Eurocopa

Un repaso a los jugadores que han disputado el torneo y se han sometido a injertos capilares

En los últimos años cada vez son más los hombres con problemas de calvicie que recurren a técnicas de injertos de cabello. Un estudio reciente estima que solo en 2023 en torno a 3,5 millones de varones buscaron esa solución capilar, un negocio global que ronda los nueve millones de euros. ¡Casi nada!

Estos días, viendo partidos de la Eurocopa, me fijé en que algunas de las estrellas de la competición también han buscado este tipo de injertos. En no pocos casos, el remedio no ha salido como habrían deseado, pese a que estoy convencido de que acudieron a las mejores clínicas. Los futbolistas se han convertido en difusores de modas y tendencias. Están expuestos a diario y es lógico que haya despertado en muchos una creciente preocupación por su imagen. Es cierto que hay calvas que impulsan la personalidad pero entiendo que estas estrellas no quieran verse sin pelo y demanden soluciones capilares como las que detallo en el libro "Cómo triunfar en la era de la imagen. Claves psicoestéticas para el siglo XXI".

Si empiezo por los guardametas saltan a la vista los casos de Jan Oblak, portero de la selección eslovena, Gianluigi Donnarumma, de Italia, y el de Hungría, Peter Gulacsi. El cancerbero del Atlético de Madrid llegó a España hace ahora una década y por entonces padecía una fuerte alopecia, pese a sus 21 años. Se sometió a un tratamiento pero, hoy por hoy, el resultado seguro que no es lo que esperaba el bueno de Oblak. "En pacientes jóvenes como él se recomienda siempre que sigan un tratamiento para bloquear la testosterona, algo que muchos no quieren por miedo a los controles antidoping", explica el doctor Jaime Tufet, director de la Clínica Tufet y del Centro de Cirugía Capilar Internacional y miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Restauración Capilar.

Similar es el caso de Donnarumma. El portero italiano del PSG genera eternos debates en redes sociales en torno a si se ha injertado pelo o simplemente simula su falta de cabello. "Cuando los deportistas no quieren medicarse, algo que debe ir siempre junto al trasplante, a menudo recurren a inyecciones de plasma rico en plaquetas. No es tan duradero ni eficaz como un injerto pero no tiene ningún efecto secundario", subraya el doctor Tufet.

Peter Gulacsi, el guardameta húngaro, aterrizó en Leipzig hace diez años cuando ya sufría una alopecia severa. En el verano de 2020 se sometió a un injerto en Budapest. En esta Eurocopa se le ha visto lucir tupé, el cabello rapado por los laterales y una importante calva en la zona superior de la cabeza.

Otro futbolista que me ha sorprendido es el danés Christian Eriksen. Se sometió a un injerto poco antes de fichar por el Tottenham, en 2013, y durante varias temporadas lució un cabello perfecto. En este torneo, a sus 32 años, le hemos visto con el pelo rapado para esconder sus prominentes entradas y la coronilla, donde ha perdido toda la cabellera.

En Turquía, donde cada año reciben a miles de hombres buscando solucionar sus problemas capilares, nos encontramos a Cenk Tosun, delantero del Besiktas de 33 años. Estaba prácticamente calvo y en este torneo ha lucido un cabello tupido por toda la cabeza aunque algunos remarcarán que da una sensación de melena artificial.

El capitán de Suiza, Xherdan Shaqiri, es el que mejor ha resuelto su calvicie. En 2018 ya tomó medidas ante el avance de las entradas. Su injerto ha sido un éxito y muestra un aspecto perfecto.

Y para terminar, Harry Kane, el capitán de Inglaterra, rival de España en la final del domingo. En 2022 se puso en manos de los cirujanos. El resultado ha sido tan bueno que su peinado actual es uno de los más demandados en el Reino Unido.

Esta Eurocopa ha vuelto a demostrar que la moda ha arrinconado a la estética. Diría que el 95% de los jugadores han lucido el mismo estilismo: pelo rapado en parietales, temporales y nuca y el cabello algo más largo en la bóveda craneal. Considero un imperativo la necesidad de conocerse a uno mismo, de tener una coherencia variable acorde a cada momento de nuestro vida y, ante todo, de adaptar la moda a nuestra personalidad. Ahí radica la elegancia.

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