Aurelia Caraba, viuda de Dubovsky, ante la final de Cornellá: "Que el Oviedo pueda subir el mismo día que falleció Peter es una señal"

"Allá donde esté, Peter estará animando al Oviedo para que ascienda"

Aurelia Caraba, expareja de Dubovsky: "El domingo en el terreno de juego habrá doce jugadores porque Peter estará con su equipo"

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Irma Collín

Nacho Azparren

Nacho Azparren

Han pasado 24 años de la pérdida de Peter Dubovsky, pero su pareja entonces, la eslovaca Aurelia Caraba, recuerda nítido cada detalle de aquellos años en Oviedo. También lo que sucedió el trágico día. Para ella, a los veintipico, Asturias se convirtió en su segundo hogar en España tras un par de años en Madrid. Y, aunque los inicios fueron duros, el clima no se lo puso fácil, se adaptó perfectamente, tanto que va camino de las tres décadas en la capital del Principado.

En aquella primera etapa en Oviedo, Aurelia fue testigo en primera persona de las andanzas de un genio no siempre comprendido. Ahora, a punto de cumplirse 24 años de la muerte de Dubovsky, Aurelia cree que es el momento de que el club azul regrese a Primera. “Es una señal”, dice tajante a LA NUEVA ESPAÑA en referencia a la coincidencia de la fecha.

–Lo suyo fue un flechazo, ¿no?

–Más o menos. Nos conocimos en el Instituto, en Bratislava. Yo tenía 15 y él, 17. Peter era muy tímido, los que le lanzaron a hablar conmigo era sus compañeros. Tenían que empujarlo hasta que se atrevió (risas).

–¿Era ya un apasionado del fútbol?

–Desde pequeño le encantaba. Su hermano mayor, de cinco años más, ya jugaba. También se le daba muy bien el tenis. Pero destacó pronto en el fútbol. Era mejor que todos. Los entrenadores flipaban. Cuando empezamos a salir aún no estaba en el primer equipo del Slovan de Bratislava, pero no tardó en pasar a los mayores, tenía 17 años.

–¿Le costó llevar tan joven lo de la fama?

–Allí era un poco diferente, porque la gente respetaba más la privacidad, no le paraban por la calle para pedirle autógrafos ni fotos. Eso lo aprendió luego en Madrid. Y a él no le gustaba nada la fama. Iba a todos sitios con la cabeza agachada, casi corriendo para que no le parara nadie.

–¿Si no hubiera sido futbolista?

–Creo que hubiera sido arquitecto. El padre era arquitecto, su madre también trabajaba con algo relacionado con ese mundo.

–¿Era buen estudiante?

–Sí, sí. Se le daba bien. De hecho, cuando fuimos a Madrid seguimos con los estudios. Yo hice Derecho y él, Economía. De aquellas no había estudios a distancia pero nos arreglamos como pudimos, estudiando desde España y él haciendo exámenes cuando iba con la selección o en el verano. Los dos conseguimos acabar la carrera.

–El fichaje por el Madrid: ¿Cómo fue aquella oferta para ustedes?

–Fue de la noche a la mañana. Se había hablado de que le quería el Ajax de Ámsterdam. Lo que estaba claro es que saldría del Slovan y a los dos nos apetecía vivir una experiencia fuera de casa, claro. Y el representante de Peter apareció con la oferta del Real Madrid y nos pareció una opción estupenda.

–¿Cómo fue su llegada?

–Nos encantó Madrid desde el primer día. No era el Madrid ahora, estamos hablando del año 93 pero para nosotros, con Eslovaquia recién salida de un régimen comunista, era de lo más moderno. Nos adaptamos muy bien, estábamos encantados.

–¿Y el idioma?

–No hablábamos nada de español, aprendimos allí. Sabíamos inglés y alemán, así que pensamos “bueno, como sabemos idiomas no tendremos problemas…”, pero allí no hablaba nadie inglés. Peter aprendió rápido con su compañero de habitación, Zamorano, que también hablaba alemán. Además, le descubrió a Luis Miguel. Peter adoraba su música.

–¿Lo pasó mal cuando no jugaba?

–Claro. Al final, estar en el Real Madrid no sirve de nada si no se te ve. La 94/95 fue difícil. No conectó con Valdano, el entrenador. Eran personas muy diferentes. Y justo debutó Raúl… No estaba contento.

–Ahí surge la opción del Oviedo.

–Nunca había oído hablar de Oviedo. A mí me daba pena irme de Madrid, pero había que salir. Sabíamos que estarían aquí Paco Sanz y Carlos Cano, que llegaban desde el Madrud. Peter estaba más tranquilo porque venían ellos. Eso facilitó las cosas.

–¿Se adaptan rápido?

–Él, mejor. Yo, cuando vi todo lo que llovía, me quería ir (risas). Nos quedamos al principio en el piso de Paco (Sanz), en El Cristo. A mí me costó lo del clima. Me acuerdo cuando le renovaron tres años más, que yo pensaba, “¿tres años lloviendo y lloviendo?”. Pero ahí cambié el chip y mira ahora, llevo 29 años en Oviedo encantada.

–¿Y Peter?

–Fue muy feliz en Oviedo, aquí encontró su espacio, sentía que le querían, que era importante. Solo estaba fastidiado cuando se lesionaba. Me acuerdo en el 97, cuando se lesionó en la rodilla contra el Barça. Ahí era feliz con Lillo, estaba motivado y tuvo que parar en el mejor momento. Fue la etapa en la que le vi más bajo.

–Hay un gran recuerdo de Peter, pero en su momento recibió muchas críticas, ¿no?.

–Sí, sí. Le frustraban un poco. Yo le decía, “eso es porque no te conocen; no les hagas caso”. La gente pensaba que era muy pasota. Y luego estaba su relación con los periodistas: no le gustaban nada, pero después sus mejores amigos eran periodistas: José Félix Díaz en Madrid, Nacho Fernández y Simón en Oviedo…

–¿Cómo era Peter en las distancias cortas?

–Pues depende con quién… Con alguien que no conocía, mantenía la distancia, educadamente. Pero con los que sí conocía era muy abierto, muy fiel a sus amigos y buena persona.

–Daba la sensación de que le costaba mostrar sus sentimientos.

–Podía dar la imagen de ser frío, pero por ejemplo era muy crítico con su juego. Si le salía un mal partido ya sabía lo que iba a pasar… Se le congelaba el gesto, en casa se ponía a repasar los videos del partido en el VHS. Veía todo otra vez para ver dónde había fallos que se podía corregir.

–Y al margen del fútbol, ¿qué le gustaba?

–Sobre todo, el baloncesto. Era muy fan de Michael Jordan y los Bulls. Incluso estuvimos en las finales del 96, en Chicago. Era su sueño ver una final de la NBA. También le gustaba mucho el cine, sobre todo las películas de Indiana Jones.

[Aquella vida idílica, con sus contras asociadas a la fama, se estrella de bruces contra el suelo el 23 de junio de 2001. En unas vacaciones en Tailandia, Peter y Aurelia, junto al hermano del futbolista y su mujer, deciden ir a las cataratas de Ko Samui por el mal tiempo. Era el plan B. En una zona de difícil acceso, Peter se resbala, cae varios metros, se golpea de forma violenta contra el suelo y de aquellos golpes surgen unas heridas que acabaran, algunas horas después, por arrebatarle la vida. Tenía 28 años].

–Era un plan pendiente para el día que no hiciera bueno, como sucedió. Fuimos en coche. Entonces, Ko Samui no tenía nada que ver con lo que es ahora. Era algo más salvaje. Vimos las primeras cataratas, y luego nos dirigimos a una cascada que había que subir un caminito. Entre el calor que hacía y que ya estábamos cansados le dijimos a Peter que fuera él solo, porque quería hacer fotos, que le esperábamos abajo.

–Ahí fue el accidente.

–Se resbaló. Nosotros no lo vimos caer. Pero vimos a varios turistas pedir un teléfono porque había pasado algo, y allí no había cobertura en los móviles. Ahí subimos, estaba consciente, se había dado varios golpes, el más grave en la cabeza. Le habían sacado del agua. Había un turista que era médico que nos ayudó. No sabíamos lo que tenía. Con los walkie talkies llamaron al hospital para que viniera un ambulancia.

–El rescate fue complicado.

–Vino un helicóptero pero no podía acceder a la zona. Tuvieron que bajarle con la camilla hacia la ambulancia. Nos llevaron en helicóptero a un hospital. Le íbamos hablando todo el rato. En el hospital nos dijeron que esperáramos, que tenía un hematoma. Ahí te pasa de todo por la cabeza: si podrá seguir jugando al fútbol, si tendrá que ir en silla de ruedas… pero sobre todo que saliera de allí. Esperamos. Y a las horas me dijeron que me fuera a despedir de él, pero ya estaba intubado, no está consciente.

[Tras el fallecimiento, repasando sus pertenencias, Aurelia encontró un anillo de compromiso con el que Peter le pensaba pedir matrimonio. No llegó a darse. Oviedo le despidió con todos los honores, acudiendo el club al funeral en Bratislava, y celebrando otra ceremonia en Asturias, “la reacción de la gente fue increíble: se demostró todo lo que le querían”. Tras la desgracia, Aurelia volvió a Oviedo, "sentía que tenía que volver, aunque fuera sola. Aquí había un vínculo por los años que había pasado con Peter". Rehízo su vida, tiene una niña de 9 años, Daniela, y va camino de los 30 años en Asturias].

–¿Qué pasa por su cabeza cuando se acerca el 23 de junio?

–De la fecha siempre me acordaré, por supuesto, lo que pasa que no me daba cuenta que este año el ascenso coincidía con ese mismo día. Me lo recordó mucha gente y, claro, seguro que está apoyando al Oviedo allá donde esté. Pero no solo Peter, también Tensi y tantos que ya no están con nosotros…

–Muchos dicen que es el día para cerrar el círculo.

–Tiene que ser así. Tiene que ser una señal. Ha pasado mucho tiempo ya de desgracias y el Oviedo se merece una alegría.

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