La Unidad de Cuidados Intensivos del HUCA, el hospital dentro del hospital: "Mucha gente se recupera aquí"

El trasvase de la UCI desde el antiguo HUCA duró una semana y, a juicio de Dolores Escudero, jefa de la UCI, supuso "una auténtica locura"

María Aida Ordóñez y José Antonio Gutiérrez, una pareja de mierenses en la UCI del HUCA

VÍDEO: Amor Domínguez/ FOTO: Luisma Murias

"La Unidad de Cuidados Intensivos es el hospital dentro del hospital", define Dolores Escudero, jefa de la UCI del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La estancia media de los pacientes oscila entre los ocho y los diez días, pero, lejos de lo que se pudiera pensar, "aquí la gente viene a recuperarse", afirma Escudero.

Lo cierto es que los pacientes que pasan por la UCI tienen aproximadamente una tasa de recuperación del 75 por ciento; es decir, tres de cada cuatro sobreviven. Y eso es gracias a los profesionales del HUCA que no pierden atención para reaccionar en segundos ante cualquier tipo de complicación que pueda surgir. "A diferencia de la creencia popular, la UCI no es un lugar donde la gente viene a morir, aquí los vigilamos y tratamos y la gran mayoría se recupera", explica Escudero.

Es un servicio que ha mejorado exponencialmente con las instalaciones del nuevo HUCA. "El nuevo hospital, entre muchas otras cosas, significó ampliar la capacidad de la UCI polivalente; en este hospital hay muchas más camas de las que teníamos en el anterior, por lo tanto tenemos un soporte asistencial mayor que puede dar cobertura a cualquier problema o sobrecarga que surja", cuenta Escudero. Con una cifra que ronda en todo el complejo las mil camas, sumada a la mejora de los espacios y la dotación tecnológica, los profesionales se sienten "seguros de poder atender picos de presión asistencial, como puede ser la gripe, con eficiencia y se demostró durante la pandemia de covid".

El trasvase de la UCI desde el antiguo HUCA duró una semana y, a juicio de Dolores Escudero, supuso "una auténtica locura". Ella fue quien trasladó al último paciente –que llegó al nuevo hospital en una Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) móvil– por aquello de que "el capitán siempre es el último en abandonar el barco".

Una vez terminada la mudanza, el reto principal para los médicos y las médicas y los enfermeros y las enfermeras fue "encontrarnos un hospital sin papeles", "pasar de un centro donde todo se hacía a mano a un sistema informatizado que no estaba preparado al cien por cien para implementarse", rememora la responsable de la UCI polivalente.

Dolores Escudero, junto a un paciente de la UCI. | |  LUISMA MURIAS

Dolores Escudero, junto a un paciente de la UCI. / Luisma Murias

"El Millennium (plataforma informática del HUCA ) fue el mayor quebradero de cabeza de todo el proceso de cambio; era un programa que no estaba completo y se fue mejorando a posteriori con consultas a los profesionales sanitarios para adaptarlo tanto al hospital como a nuestro trabajo", explica Luis Ángel Cofiño, médico especialista de Cuidados Intensivos. A pesar de unos comienzos con turbulencias, poder consultar el historial médico de un vistazo en lugar de tener que solicitar y bucear entre montañas de papel, con el tiempo y los retrasos que ello conlleva, supuso un gran paso hacia el despegue en la mejora de los cuidados. "A día de hoy la historia electrónica es una herramienta indispensable, ya no queremos volver a aquellos pliegos enormes", añade Cofiño.

Además de la batalla informática, durante los primeros días los profesionales también tuvieron que enfrentarse a unas instalaciones laberínticas y con señalización deficiente. "Al principio nadie sabía dónde estaba nada, pero todos pusimos de nuestra parte y después de diez años lo sentimos como nuestra casa", cuenta Brígida Quindós, facultativo especialista de cuidados intensivos del área IV.

Sin embargo, no todos fueron felices y comieron perdices. "Algunos profesionales sufrieron y lo pasaron muy mal con el cambio", lamenta Quindós. Y es que el desajuste, en algunos casos, los menos, desembocó en la prejubilación de profesionales que "no tuvieron el tiempo suficiente para adaptarse, porque el cambio se hizo lo más rápido posible para que no hubiese duplicidades en los servicios", recuerda Cofiño.

Respecto a los próximos retos de la medicina intensiva, Quindós estima que "debe dirigirse hacia un hospital y una medicina más humanizados, ya que en tecnología somos punteros, pero de nada sirve si no se le suma el componente humano". Cofiño señala además: "La evolución hacia un modelo con pacientes más añosos, pluripatológicos, ya que la población general avanza hacia el envejecimiento, de igual forma que sucede en países como Alemania, y la UCI también debe estar preparada y saber enfrentarse a eso".

Delante, de izquierda a derecha, Antonio Cirisuelo García, Adrián González, Tania Cernuda Rodríguez, Raquel Martínez Zapico,  Javier Álvarez Arcos, Iván Astola, Dolores Escudero, Brígida Quindós, Valeria Ballesteros, Emma Martín-Jordán,  Juncal Sánchez y Covadonga Rodríguez. Detrás de la mesa, por la izquierda, Inmaculada Fernández, Carmen Pascual,  Lucía Viña, Lorena Martín, José Antonio Gonzalo, Elísabet Fernández, María Martínez, Luis Ángel Cofiño  y Lorena Forcelledo. | |  LUISMA MURIAS

Delante, de izquierda a derecha, Antonio Cirisuelo García, Adrián González, Tania Cernuda Rodríguez, Raquel Martínez Zapico, Javier Álvarez Arcos, Iván Astola, Dolores Escudero, Brígida Quindós, Valeria Ballesteros, Emma Martín-Jordán, Juncal Sánchez y Covadonga Rodríguez. Detrás de la mesa, por la izquierda, Inmaculada Fernández, Carmen Pascual, Lucía Viña, Lorena Martín, José Antonio Gonzalo, Elísabet Fernández, María Martínez, Luis Ángel Cofiño y Lorena Forcelledo. | | LUISMA MURIAS / Elena San Emeterio

El covid: dolor, muerte y desafío

El HUCA se convirtió en una trinchera determinante en una de las batallas más duras que se puedan imaginar: la pandemia de covid-19. "Fue un tiempo decisivo en el que las camas de UCI eran siempre insuficientes", rememora Dolores Escudero, jefa de la Unidad de Cuidados Intensivos y coordinadora autonómica de Trasplantes. "El covid fue sin duda el mayor desafío que viví personalmente, una desgracia mundial por todo el sufrimiento y la muerte que conllevó, pero desde el punto de vista estrictamente profesional, como gerente de servicios, fue un desafío fascinante porque me obligaba a enfrentarme a un virus totalmente desconocido y que no sabíamos cómo se iba a comportar en un momento en el que todavía no había vacuna", señala la especialista, que hubo de gestionar un enorme volumen de pacientes y recursos humanos. Una prueba que "aprobamos con nota y alta" y que puso de manifiesto el "gran capital sanitario y humano" del que dispone el hospital y que configura "su gran virtud y su mayor potencial". El panorama era dantesco: "Había días que ingresaban once pacientes, que tenían una estancia muy larga, así que siempre hacían falta más camas y para ello habilitamos en tiempo récord más de 60 en el gimnasio de fisioterapia".

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