Opinión | El Paragües

Siembra

Si en algo coincidimos todos esta semana es en la anormal cantidad de lluvia caída para la época del año en que estamos. He registrado en un pluviómetro la nada despreciable cantidad de cincuenta y seis litros por metro cuadrado de lunes a jueves. Como los tiempos que corren alimentan suspicacias, uno se pregunta si el fenómeno es producido intencionadamente y si ello, debidamente batido con la conciencia de cambio climático, es un instrumento para centrar nuestra atención en los fenómenos atmosféricos, ensombreciendo la capacidad de reflexión sobre asuntos políticos y económicos que se colarán en nuestra vida por la puerta del silencio. Que el hombre hoy puede modificar el tiempo es un hecho. Durante la guerra de Vietnam los estadounidenses consiguieron prolongar el periodo de los monzones durante cuarenta días. Fue la primera utilización de la modificación climática con fines bélicos. Esta operación militar se conoció como "Proyecto Popeye" y pretendía romper la cadena de suministros de Ho Chi Minh. El procedimiento para provocar lluvia, conocido como siembra de nubes, consiste en enviar a la atmósfera yoduro de plata que produce nubes por formación de gotas de agua y hielo, que posteriormente se precipitan. Se sabe que es una técnica que se hace en distintos lugares y con fines muy variados. Recientemente, le preguntaron a un eminente científico si la siembra de nubes influía en el cambio climático y dijo rotundamente que no. Pero yo no sé si creerlo. Me hubiese parecido mucho más científico que su respuesta hubiese sido que no hay datos ni estudios sobre su posible repercusión. Pero si hubiese dicho que sí, la culpa del cambio climático no solo sería de mi coche diesel, de lo mucho que enciendo la calefacción o de que me gusten las hamburguesas, con la cantidad de metano que producen las vacas.