Opinión

¡Viva la Ley, carajo!

En tiempos de etiquetas, de frases dichas, de palabras sin contenido, que algún líder político busque frases o tópicos con los que relanzar su mensaje no tiene que sorprender, cuando es precisamente esto lo que busca, ya que todavía ,de momento, la palabra bien utilizada y en el momento adecuado puede ser el revulsivo que transforme , agilice y agite a la sociedad – de ahí la importancia de los lemas de las campañas electorales- y así ha ocurrido en Argentina con la ayuda de una motosierra y puede ocurrir en España, pues motivos haylos, especialmente la falta de respeto a la ley y la ausencia de una información objetiva, veraz, contrastada, basta para ello comparar las portadas de los diferentes periódicos en temas básicos como: Corrupción, igualdad, libertad, respeto a la ley publicada en vigor, pactos electorales, amnistía, malversación, gestión y uso del dinero de todos , y todo ello dentro de un Estado calificado de Derecho, que dice respetar y cumplir la ley.

Que diga esto hoy, 22 de junio, cuando se recuerda la figura de Santo Tomás Moro, patrono de los políticos, - quien digo “Si el honor fuera rentable, todo el mundo sería honorable”-, quizá debe hacernos pensar y plantearnos qué política queremos, cuáles deben ser sus objetivos. Soy de los que cree que la Política es necesaria, que el auge y progreso de pueblos y naciones depende de ella, que todo pasa por la Política, incluso la cuestión más baladí, y que debe ser preocupación de todos que nuestros representantes políticos tenga la dignidad y moralidad que se exige. Que se representen a sí mismos. Que tengan libertad para decir “sí” o “no”, si no fuera así, mejor cambiar de oficio.

La situación que nos rodea es francamente mejorable, por no decir preocupante, pues se promulgan o reformar leyes según los intereses que manden en ese momento, y el deseable bien común se transforma en un evidente y descarado bien particular o interés personal, - se aprueban leyes a la carta, - y todo ello es incompatible con lo que tradicionalmente se llama un Estado de Derecho, en el que la ley es igual para todos, algo que últimamente no ocurre en España, véanse las sentencias, probadas y firmes del Tribunal Supremo anuladas recientemente por el Tribunal Constitucional.

Corren malos tiempos para la libertad en esta sociedad tecnológica, del algoritmo, de la inteligencia artificial en la que el ser humano ha sido arrinconado y convertido en mero objeto que consume y disfruta, obviando lo más importante que le caracteriza que es pensar, razonar, decidir, escoger, desarrollar su sentido crítico, mimar su conciencia, y es que la prensa , en pleno proceso tecnológico y digital , se queda sin recursos, sin ingresos, a expensas de la cuota de publicidad institucional interesada,- el Poder castiga o premia según los servicios prestados-, ya que la publicidad privada, libre, en época de contención de gastos en las empresas también disminuye, con las consecuencias negativas que de ello trae para la cuenta de resultados y para hacer un buen periodismo en el que la verdad, la objetividad , la documentación, la reflexión ,la buena argumentación y claridad expositiva sean sus señas de identidad.

Todo esto también se nota la venta de periódicos- cada vez hay menos en los quioscos-. En esta lucha o convivencia entre el periodismo escrito, tradicional y el digital, siempre me ha sorprendido como el libro digital no ha podido con el libro tradicional y afortunadamente las editoriales gozan no sólo de buena salud, sino que se expanden, proliferan, están en auge, y sin embargo sí ha podido el periodismo digital con el de siempre. ¿Por qué? Yo sigo siendo discípulo de Gutenberg…

Si esto ocurre con la Prensa y con el mundo del Derecho, ¿en qué queda la Democracia y el llamado Estado de Derecho? ¿En qué queda la Libertad? ¿Puede haber Libertad sin información y pensamiento, sin respeto a la Ley? No viene mal reivindicar la importancia que ha tenido y tiene la libertad para el ser humano de todas las épocas. Recuérdese aquellas palabras de Miguel de Cervantes de que “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…por la libertad, así como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida…” y uno de los juristas y políticos más insignes de la Antigüedad, el eximio Cicerón, dijo: “ Seamos esclavos de las leyes para poder ser libres”. Al hilo de esta frase me viene a la cabeza la siguiente pregunta: “¿Por qué los zurdos tienen tampoco respeto por ella?”¡No todo vale en Política!, la conciencia también computa, necesita respeto.

Desconozco la realidad argentina y me asombro que un Trump haya sido presidente de América y pueda volver a serlo, pero recuerdo que en 1972, en la habitación de mi abuelo y con la televisión encendida vimos como Juan Domingo Perón subía al avión acompañado de su actual esposa, María Estela Martínez , Isabelita, para regresar Argentina después de un exilio de doce años en España, concretamente en Puerto de Hierro(Madrid), y mi abuelo, residente en Rosario de Santa Fe durante cuarenta y cinco años, me dijo: - ¿Cómo este hombre puede volver a Argentina si fue quien la arruinó? De entonces a acá han sido muchos los avatares que ha sufrido Argentina y que ayudan a entender el actual e incierto presente. En España también tenemos a personajes de catadura semejante y a los que el Partido aún saca a pasear.

No quisiera concluir estas palabras sin expresar mi apoyo a la República Argentina y el deseo de buena vecindad, aprecio, cariño, refrendados durante muchos años y en circunstancias muy difíciles, vuelva a ser una realidad, y que estas polémicas interesadas no tengan cabida entre nosotros, argentinos y españoles. Al hilo de todo esto creo que ya va siendo hora de preguntarse ¿quién hace crecer la extrema derecha? y ¿por qué? En primer lugar quien no respeta la ley…Alguien debe dar explicaciones cuanto antes.

P.D … Las estrellas son la guía

Que el guacho tiene en la pampa.

Aquí no valen dotores,

Sólo vale la esperencia;

Aquí verían su inocencia

Esos que todo lo saben´;

Porque esto tiene otra llave

Y el gaucho tiene su cencia”

("Martín Fierro", José Hernández)