Opinión

Romance del matrimonio sologámico

Sobre casarse con uno mismo y quedarse tan pacho

Hace unos días y aquí mismo, en este mismo diario, topé con una noticia que me dejó anonadado: unas jóvenes, en Gijón, consigo mismas se han casado. Tuve que leerla dos veces por si me había equivocado; pero no, así era la cosa; "matrimonio sologámico" llaman a esa figura que aún no está en el diccionario, (y esperemos que no llegue semejante desaguisado).

Pero, a ver, buenas chicas, ¿qué mosca os ha picado para tratar de vendernos disparate tan chiflado, que no lo entienden bien ni los calés ni los payos, merengues ni colchoneros, del Oviedo o "culomoyados", periquitos ni culés, celtíberos ni romanos, de la Pola o de Noreña, agnósticos o cristianos? Pero, a ver, buenas chicas, que nunca antes se ha encontrado cosa de tanta rareza por el mundo circulando: casarse con uno mismo y quedarse uno tan pancho.

La ceremonia, dice una, se hace mucho más rápido, no tienes que estar esperando a que llegue el otro al acto, que con que estés tú solo, completo está ya el escenario; y prometerte a ti mismo, feliz y enamorado, fidelidad y socorro y compartir los cuidados, tal como el Código Civil recoge en su articulado; y decirte unas palabras de amor pleno y sosegado, que para eso el amor propio sí que está siempre a mano.

¡Madre mía, tal disparate no hay por dónde tomarlo! Bueno, puestos a buscar ventaja a tema tan osado, puede ser que sí que te den quince días de descanso, que para eso los convenios suelen estar bien pensados; habría que mirar entonces casarte todos los años; o quizás alguna pensión haya por ahí volando, que, si no, no se explica matrimonio tan extraño.

Lo bueno de este sistema, tan moderno y adelantado, es que encuentras pareja en menos que canta un gallo, y no tienes que ir a buscar a ningún desguace barato, ni navegar por internet, ni ir al "First Dates" de la Cuatro; basta con verte a ti mismo en un espejo cercano, y preguntarte con cariño que si quieres dar tu mano a esa persona que enfrente ahora te está mirando; y responderte con mimo, alegre y entusiasmado, que sin duda que con esa quieres ser bien maridado. Claro está que si te va mal no vas a tener recambio; que separarse de uno mismo todavía no se ha inventado.

No sé lo que opinaréis vosotros de este tinglado, pero sí que estoy seguro, en cualquiera de los casos, que nuestros abuelos dirían que estamos todos chiflados. ¡Qué país, qué paisaje, y qué paisanaje, hermanos!

Suscríbete para seguir leyendo