Investigar el flamenco con Rocío Márquez

El cante jondo "debe estar entre la modernidad y la tradición, hay que explorar los límites", afirma la artista durante una clase-taller en Oviedo

Rocío Márquez, el viernes, con los  asistentes al taller. | |  MIKI LÓPEZ

Rocío Márquez, el viernes, con los asistentes al taller. | | MIKI LÓPEZ / Fernando Romero Fernando Romero

Fernando Romero

Fernando Romero

A la cantaora onubense Rocío Márquez, no solo le gusta "tirarse a la piscina a ver qué pasa", sino que además comparte con la gente sus profundos conocimientos de flamenco. Lo hizo "ex catedra" en la tarde-noche del pasado viernes, en un entorno académico (el aula escalonada de la vieja Universidad de Oviedo) pero en un ambiente de confianza y cercanía que disfrutaron cerca de un centenar de personas de todas las edades y condiciones.

Había sido invitada por la Cátedra Leonard Cohen promovida desde la propia Universidad y el Ayuntamiento ovetense dentro de la cuarta edición de los enCOHENtros para dar una charla-taller sobre la historia del flamenco y sus estilos. Y aunque advirtió que venía a hablar de flamenco y no a actuar, lo cierto es que, –no se esperaba menos–, Rocío recurrió a su voz, "aterciopelada, ágil y de amplio registro" como dice Marcos Escánez, para poner ejemplos, a pelo, de los diversos estilos del cante grande y chico que integran el flamenco.

Quedaron claras dos cosas. Una, los "alumnos y alumnas" que tuvimos esta privilegiada experiencia (el acceso era libre hasta completar aforo), que pudimos charlar con la cantaora, preguntarle, sugerirle y deleitarnos de cerca con su arte, salimos del viejo edificio sabiendo algo más del compás flamenco. Y otra, los ovetenses adoramos a Rocío Márquez tal como lo acredita el cariño expresado y los aplusos finales que arrancó la onubense, que se sorpendió de la inquietud de sus pupilos y de lo bien que realizamos las "prácticas" en el taller, (básicamente consistentes en palmear y golpear la mesa y el suelo a ritmo de 4x4 3x4 y hasta de doce tiempos). Superamos la prueba y comprendimos algunos misterios del duende.

Eso no quiere decir que el flamenco se pueda encerrar en una técnica vocal y rítmica escolástica o convencional. Si así fuera, no sería flamenco. "Hay algunas escuelas de flamenco que enseñan técnica vocal del flamenco sin que el flamenco tenga técnica vocal alguna. Depende del contexto y de la peculiaridad de cada artista". Por eso el compás del que bebe el cante grande, es decir la toná y todos sus derivados que han dado lugar a los palos mayores, se llama "estilo libre". "A veces el artista empieza con la estructura rítmica de un palo determinado y acaba por libre. El ejemplo lo puso cantando una toná de Mairena, "Que grande es la libertad" en donde es imposible encajar palma alguna por mucho que se intente.

Los alumnos palmeamos tras las explicaciones de la artista los palos del 3x4: fandangos, verdiales... palos fáciles de reconocer. Pero el nivel empieza a subir cuando se entra en matices. Rocío arranca por fandangos de Huelva, los de su tierra, pero en abandolaos, cambiando la acentuación del compás. El cambio lo perciben hasta los neófitos. Satisfacción entre los pupilos que acabamos de comprender otro de los misterios del flamenco.

Es imposible llegar a todos los matices de cada palo ya que las variantes son infinitas "en cada pueblo los fandangos se cantaban de una forma distinta. Ahora es fácil recordar un cante, lo grabamos, reproducimos y lo escuchamos. Antiguamente no, se escuchaba un cante original y todo dependía de la memoria del que lo escuchaba. Cuando se volvía a cantar ya no era lo mismo y así nacía la variante".

El compás ayuda a encorsetar el estilo y a identificarlo "pero del artista depende que cuadre o no. Paco Toronjo, máximo exponente del fandango, por ejemplo, no seguía la norma".

Rocío Márquez se adentró también en el compás más complicado del flamenco, el de los doce tiempos, en el que se incluyen la seguiriya, la cantiña, la soleá la guajira, la petenera, la bulería, las alegrías... es decir, los cantes troncales.

Canta la maestra una soleá para que comprendamos el compás de los doce tiempos, pero siempre hay alguna excepción que confirma la no-regla. "Muchas veces los artistas jugamos a no hacerlo igual. Rebuscamos para poder hacer lo mismo pero de otra manera", explica y lo ejemplariza en Lole, y en sus versiones personalísimas de muchos palos, especialmente por bulerías.

El ritmo de un mismo palo, además, no siempre es el mismo, varía con las modas y las épocas. También el baile ha marcado mucho ese ritmo, acelerándolo en muchas ocasiones.

La globalización también ha afectado al flamenco. Cada vez hay más escuelas, y este arte se academiza más "y se pierde diversidad y riqueza".

Además del compás, del ritmo y de sus circunstancias, otros elementos aportan diferencia y matiz a los estilos. Por ejemplo, explica Márquez, la resonancia de la voz de cada artista. Hay algunos que suenan más a la generación de los cafés cantantes, de la generación de Marchena, otros son más "resonadores", de la escuela mairenista y otros, como es el caso de la misma Rocío Márquez, tienen un registro amplio, el de los cantaores largos

En cualquier caso, destacó la artista oubense, aunque hay unas pautas y unas normas que se pueden enseñar y que ayudan, por ejemplo, a reconocer los estilos, "el flamenco no se puede encasillar en ortodoxias: debe estar entre la modernidad y la tradición y hay que explorar los límites. La historia nos lo ha enseñado".

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Rocío Márquez Limón (Huelva, 1985) es doctora por la Universidad de Sevilla. Su tésis versó sobre "La Voz en el cante flamenco", tal como recordó José Errasti, director de la cátedra Leonard Cohen, que presentó a la artista antes de comenzar su taller. La artista explica que el público y el espacio en que se canta condicionan mucho el resultado. "A veces ves reacciones diferentes del público por el mismo cante. También afecta la sala, el sonido, la luz y sobre todo, tener complicidad con tu equipo de músicos". Rocío quería transmitir a sus alumnos ovetenses que el "duende" del que hablaba García Lorca al referirse al flamenco, no es tal, "se ha mitificado" y muchas de las cosas que nos impresionan del flamenco "se pueden explicar", si bien no niega que otra parte es inexplicable "cuando se nos ponen los pelillos de punta". Pero antes de entrar en materia la artista no puede evitar responder a algunas preguntas de sus alumnos referentes sobre todo a su último y sorprendente disco "Tercer Cielo", que ha grabado junto a Bronquio, y en donde la artista se adentra en el arriesgado mundo de la fusión, esta vez con un género inexplorado desde el flamenco, la música electrónica. "Para entender por qué he llegado a ‘Tercer Cielo’, tengo que explicar mi trayectoria", dice y así la relata: "En mi familia no hay flamencos profesionales, pero todos cantaban, bailaban o tocaban la guitarra o la caja. Aprendí a cantar fandangos de Huelva antes de tener memoria. Inicialmente en el flamenco acabas sumergiéndote por imitación como si fueras un papagayo pequeñito. Lo mamas todo en el ambiente, la familia, en la romería, en la saeta de Semana Santa, en la zambomba navideña... Luego me fui metiendo en la peña flamenca de Huelva y aprendes otros palos, intercambias cantes con otras peñas... Me dí cuenta que era lo que quería hacer en mi vida, fue una revelación. Con 15 años estaba en la escuela flamenca de Sevilla, me metí en todos los estilos, participé en los concursos, siempre desde una línea muy ortodoxa (te contaban hasta los ¡ay! que decías) Con 22 años gané la Lámpara Minera. Era mi sueño pero me di cuenta que me estaba quedando como dormida, ya no me motivaba y no lo disfrutaba". A partir de ese momento llega el cambio, el mismo que seguramente experimentaron Paco de Lucía, Lole y Manuel, Enrique Morente, Camarón... "Parte del juego es tirarse a la piscina pase lo que pase. Tras ese cambio pasé un año difícil e incluso me planteé buscar otra profesión". Así es cómo Rocío Márquez explora nuevos caminos "para ver si recuperaba la ilusión, porque el vértigo del cante es lo que le da interés". "Canté con clásicos, con la pianista Rosa Tores Pardo, con Jorge Drexler, jugué con la composición, que me encanta. Hace un año planteé un remix con Bronquio. Pensé que iba a ser complicado y cuando me pasó el remix flipé. Te abre puertas, y aunque no entendía nada de música electrónica me apetecía jugar y entendí otras sensibilidades".

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