Entrevista | José Ángel Mañas Escritor, ha publicado con Jordi Ledesma la novela "Doctor X. El médico de la Dark Web"

"Los criptomercados de la droga siguen funcionando y creciendo"

"Fernando Caudevilla, ‘Doctor X’ en la ‘Dark Web’, es un médico de familia que desde muy joven sintió una fascinación intelectual que le llevó a especializarse en drogodependencia"

José Ángel Mañas (izquierda), Jordi Ledesma y Fernando Caudevilla, "DoctorX" (delante).

José Ángel Mañas (izquierda), Jordi Ledesma y Fernando Caudevilla, "DoctorX" (delante). / LNE

Alicia Vallina Vallina

Alicia Vallina Vallina

"DoctorX. El médico de la Dark Web" es la nueva aventura literaria del dúo formado por José Ángel Mañas (finalista al premio "Nadal" con sus "Historias del Kronen") y del escritor catalán Jordi Ledesma. Se trata de la historia real de Fernando Caudevilla (Madrid, 1974), médico especialista en medicina familiar por la mañana y experto en desarrollar estrategias de reducción de riesgos en el consumo de drogas por las tardes. Fernando, cuyo nick o alias en la red era "DoctorX", fue durante años el médico al que los usuarios de la web Silk Road, conocida como "el Amazon de las drogas", acudían desde todas las partes del mundo para consultarle qué fármacos y sustancias podían consumir o los efectos que estas les podrían producir sobre su salud.

El 1 de octubre de 2013, el gobierno de los Estados Unidos logró cerrar la página y su creador, el tejano Ross Ulbrich, y todos los que participaron en la plataforma acabaron en la cárcel. Todos menos uno, el médico español que intervino, como nos cuenta uno de los autores de la historia, en dar forma a esta novela que sorprende por su frescura y por facilitar herramientas a los lectores para que estos obtengan sus propias conclusiones.

José Ángel Mañas es un escritor todoterreno con una larga trayectoria a sus espaldas, culto, de penetrante y vivaz mirada, enfatizada por unos ojos de un azul intenso, a quien le gustan los retos y que huye de los convencionalismos.

–¿Cómo llega a conocer la historia de Fernando Caudevilla?

–La primera en hablarme de DoctorX fue la agente literaria canadiense Trisha Telep. Yo tenía tratos con ella por otras cuestiones y un día empezó a calentarme la oreja con la página Silk Road y lo importante que había sido en el mundo anglosajón, donde acaparó un montón de portadas, y cómo a ella le sorprendía que en España hubiese pasado tan desapercibido todo este escándalo, siendo además español un personaje tan relevante en toda la trama como era el DoctorX.

–Y así surgió la idea del libro…

–Pues esta agente me planteó primero la posibilidad de conocer al DoctorX y de escribir un libro con su historia. Y fue muy gracioso porque yo me encontré a un DoctorX muy reservón y bastante frío. Más tarde supe que, cuando Trisha había ido a verle, se había presentado como una periodista. Por aquel entonces el DoctorX estaba muy alarmado porque, entre otras cosas, habían entrado dos veces a asaltar su despacho, de modo que cuando aquella canadiense le dijo que en realidad no era una periodista sino una agente literaria interesada en su historia, le sonó tan raro que empezó a desconfiar y a bloquearla en redes. Por suerte, ella insistió hasta que logró citarse conmigo y, cuando yo aparecí en escena, DoctorX se dio cuenta de que la falsa periodista le enviaba a un novelista de verdad y que el proyecto era serio. Simpatizamos, y así arrancó todo.

–¿Fue complicado escribir la historia y repartirse el trabajo con Jordi Ledesma?

–La verdad es que los criptomercados de la droga, los cypherpunks, todo esto es muy abstracto. Faltaba acción en el relato en el sentido más clásico del término. Es verdad que llegado un momento empezaban a aparecer multitud de agentes del FBI para detener a todo quisqui, pero hasta ese instante lo que había era muchos tipos y tipas, a miles de kilómetros el uno del otro, sentados ante ordenadores. Digamos que no era como la invasión de Ucrania o una guerra de bandas callejeras en Los Ángeles. Aquí no había tiros sino mucha introspección, mucha acción cerebral, y el reto era lograr plasmarlo de una manera que resultase excitante para el lector. Además, la colaboración entre Jordi y yo fue muy natural desde el inicio. Dependiendo de la escena podía arrancar uno o el otro. Algunos tramos me iban mejor a mí y otros a él. A partir de un momento ya se trataba de pasarse la pelota, como en el ping pong, y cada cual iba reescribiendo sobre el texto propuesto por el otro. La clave de este tipo de colaboraciones está en desactivar el marcador de cambios, en no saber muy bien lo que ha tocado tu coautor. Como pasa un tiempo entre versión y versión, muchas veces cuando te llega de nuevo un capítulo ya te has olvidado de qué es lo que habías escrito tú exactamente.

–¿Y cómo participó Caudevilla, el famoso "DoctorX", en la escritura de la novela?

–Él es un médico de familia que desde muy joven sintió una fascinación intelectual por este mundo. Eso le llevó a especializarse en drogodependencia y, dado su temperamento, a entrar en contacto con los elementos más progresistas dentro del estamento médico. Empezó a desarrollar una filosofía de reducción de riesgos y daños que lo que procura es proteger la salud del consumidor dándole información y las herramientas necesarias. Es un planteamiento pragmático compatible con diversos tipos de políticas, inclusive prohibicionistas, pese a que la mayoría de quienes comparten esta filosofía son antiprohibicionistas. Fernando leía todas nuestras versiones e iba haciendo sugerencias que muchas veces acababan incluidas en el texto; por eso suelo decir que hay que considerarlo como un tercer autor.

–¿Es un mundo tan oscuro y complejo el de la venta de drogas y fármacos en redes? ¿Qué ha podido descubrir metiéndose de lleno en esta historia?

–Justamente lo que tienen los criptomercados de la droga es que eres anónimo. Estos nacen en la década de 2010 de la conjunción de tres elementos tecnológicos. Primero, el navegador Tor, que garantiza tu anonimato, luego los programas de encriptación que hacen imposible que un tercero lea tus mensajes, incluso si los hackea; y los bitcoins, la criptomoneda por excelencia (aunque hoy se usa mucho menos), como medio principal de pago. La ventaja es que no tienes que meterte en ningún callejón oscuro para comprar sustancias y el riesgo es mucho menor.

–¿Cuánto de intereses económicos y de cinismo y mentira hay detrás de este negocio?

–Aunque sorprenda de entrada, hay bastante idealismo por parte de los usuarios de estas páginas, pero también hay unos claros intereses económicos, por supuesto, especialmente por parte de los administradores, porque no deja de ser un negocio. Los criptomercados de la droga siguen funcionando y creciendo, y el problema surge cuando el volumen de dinero que se acumula en la página supera la ética del administrador. Son bastante más frecuentes los cierres por problemas de esta índole que por intervención de la policía.

–¿Y por qué Caudevilla se libró de ir a prisión cuando el resto de participantes en este negocio fueron a la cárcel tras la desmantelación de la red por parte del gobierno norteamericano?

–Fernando Caudevilla intervenía en los foros sin esconder su identidad real detrás del nick DoctorX y daba información a quien se lo preguntaba sobre cuestiones sanitarias relacionadas con el consumo de drogas. Un usuario le podía preguntar si siendo diabético era prudente consumir MDMA; otro se interesaba sobre los efectos de combinar tipos diferentes de drogas; un tercero necesitaba información sobre cómo consumir metadona para desengancharse de la heroína (teniendo en cuenta que en su país la metadona no podía adquirirse legalmente). Era lo mismo que había estado haciendo en otros foros online y la singularidad de su caso y el hecho de ser realmente un médico hizo entender a las autoridades americanas que su presencia en esa página era diferente de la del resto.

–¿Qué ha aprendido de historia y qué puede encontrarse el lector que se acerque a ella?

–He aprendido mucho y he procurado que, además de su faceta lúdica, la novela tenga un componente divulgativo importante con respecto a los discursos prohibicionista y antiprohibicionista que se están enfrentando ahora mismo en muchos países del mundo en un debate intelectual apasionante. El lector descubrirá los argumentos antiprohibicionistas en la boca del DoctorX, pero también escuchará los argumentos de la jueza que condenó a Ross Ulbrich, creador de Silk Road, a dos cadenas perpetuas y 40 años de cárcel por llevar a cabo este tipo de prácticas. La idea siempre fue trasladar los principales elementos de debate al lector para que él saque sus propias conclusiones.

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