Roque culmina el domingo perfecto para el Sporting (0-1): victoria, quinto puesto y a por el play-off

El canario da una lección magistral para creer en el ascenso en medio del bloqueo rojiblanco y un Yáñez inmenso de inicio a fin 

Ángel Cabranes

Ángel Cabranes

El Sporting ha vuelto y con más confianza que nunca. Cuando parecía ir a menos, cuando el final menguante de la temporada minaba la fe y enfriaba las ganas, los rojiblancos consiguieron en Elda el mejor de los escenarios posibles. Lo iniciado ante el Eibar se confirmó en el Nuevo Pepico Amat. De estar 57 minutos fuera del play-off, a terminar quintos, a mantenerse en la pelea por el ascenso con el golpe de moral más grande de la temporada. Un inmenso Yáñez mantuvo vivo al equipo de inicio a fin. Roque Mesa apareció tras el descanso para hacer gol, poner todo en orden y abrazar definitivamente el triunfo. Siguiente parada, el Espanyol. Lo de tantas otras veces: sufrir hasta el final, saber esperar y mantener la fe. Hacer eso una y otra vez.

El inicio del partido no fue el mejor para los rojiblancos. El equipo, agarrotado, plano, impreciso en los metros finales. Preso de responsabilidad. Un gol anulado a Djuka a los cuatro minutos, por fuera de juego, y poco más se vio en un comienzo de nervios e incertidumbre. Un fuerte disparo de Otero, destellos de Nacho Martín y Fran Villalba… Poca presencia en área rival y un Eldense a tope de revoluciones en plenas fiestas de Moros y Cristianos en Elda. Los que esperaban ver a los alicantinos de paseo, pronto se dieron cuenta de que iba a tocar sufrir en la medida del premio buscado por el Sporting. 

Parecía estar el Sporting con la mente en otros campos. La Mareona, de verse silenciada con la noticia del gol azul en Ipurúa, a corear los dos tantos del Eibar con los que se daba la vuelta a un resultado que sonreía los intereses de los gijoneses. Ni eso empujó a los rojiblancos a dar un paso adelante, a romper con un fútbol estático. A vencer, definitivamente, sus miedos. Al contrario, nubló un poco más las ideas y alimentó el descaro rival. Apareció Rubén Yáñez para mantener en el partido a un Sporting sin profundidad, empeñado en resolverlo todo por el poblado carril central. Frustrado.

VÍDEO: Así fue el espectacular recibimiento de la afición del Sporting al equipo en Elda

A. G. / A. C.

A la media hora ya calentaban Roque y Christian Rivera mientras Djuka caía en las provocaciones rivales. Atasco y dudas. Los de casa, cada vez más cómodos, acariciaron el gol en el último cuarto de hora de la primera parte. Puños primero del guardameta rojiblanco. Un providencial larguero después. Lo mejor fue ver al Sporting irse al descanso con la portería a cero. Había tiempo para corregir el desorden, para cumplir con los deberes, para encontrar el camino al gol en Elda.

La segunda parte se inició con Roque Mesa ocupando el lugar de Nacho Martín y otro cambio, el de ver al Sporting estrellar la pelota en el palo. Cinco minutos de la reanudación y la zurda de Cote devolviendo emoción al asunto. El balón cazado por José Ángel en la frontal era un paso. El siguiente lo dio Roque Mesa. Recibió en el costado derecho y ganó metros hacia el carril central para encañonar con la zurda, para probar a fondo, por fin, a Guille Vallejo. 57 minutos hubo que esperar para ver al Sporting, de nuevo, en play-off. El fondo sur del Nuevo Pepico Amat, donde se ubicó el millar de rojiblancos desplazados a Elda, flotando. 

Miguel Ángel Ramírez rearmó entonces el centro del campo. Christian Rivera saltó por Gaspar. Otero pasó a banda derecha, mandó a Villalba a la izquierda, y en el centro, Christian y Roque con Róber Pier de ancla a falta de 25 minutos con todo por decidir.

Se hizo corto el Sporting. Estrecho sin balón. Llegó al Pepico Amat la información de que el Villarreal B se ponía por delante del Racing. Los rojiblancos, de estar fuera, a ponerse quintos. Todo una locura. Todo en un puño. Más piernas frescas con Pablo García y Campuzano por Villalba y Róber Pier. Todo pendiente de un hilo, menos el fútbol de Roque. El canario se echó al equipo a la espalda. Dosificó cada posesión, tiró pases, autopases, tiró de clase para dormir el partido aunque fuera con el Eldense engordando la posesión sin encontrar peligro en el área. Cambió el rumbo del partido. El rumbo del Sporting. 

Ni el suspense de un penalti reclamado por el Eldense, tras entrada de Christian Rivera sobre Iñigo Piña a dos minutos de los noventa reglamentarios, fue capaz de dar un giro al guion. Ni lo vio Lax Franco. Ni le corrigió el Var. Lo que tantas veces cayó en contra, acabó esta vez a favor. Era imposible ya sacar a los rojiblancos del mejor de los destinos. Lo demostró Yáñez con una mano providencial a cabezazo de Soberón con el tiempo cumplido. El domingo perfecto para el Sporting.

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