Gijón, Ángel CABRANES

«La mitad de Óscar» ha sido la tercera y última película española en presentarse en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón. Dirigida por Manuel Martín Cuenca («La flaqueza del bolchevique» y «Malas temporadas»), cuenta en su reparto con algunos de los actores más conocidos de la escena nacional: Verónica Echegui («Yo soy la Juani») y Antonio de la Torre («Gordos» y «Balada triste de trompeta»). A ellos se suman dos jóvenes promesas como Rodrigo Sáenz y Denis Eyrey, que completan un reparto centrado en trazar una historia «oculta y contenida, porque lo importante no es darle todo el argumento mascado al espectador, sino jugar para que él mismo sea quien saque sus propias conclusiones», destaca el director de la cinta.

En medio de una salina semi-abandonada de Almería, Óscar (Rodrigo Sáenz) trabaja como guarda de seguridad, pero una inesperada noticia rompe su rutina. El estado de salud de su abuelo, enfermo de Alzheimer, ha empeorado. El protagonista acude a verlo al hospital, donde coincide con María (Verónica Echegui), su hermana, de la que hace más de dos años que nada sabe. El frío y enigmático reencuentro caracteriza el primer toque de inquietud del filme. «Ocultar es una forma sutil de descubrir. Como espectador, empiezo a estar aburrido de que todo me lo ofrezcan de manera directa, como si fuera un telediario», afirma Manuel Martín Cuenca.

El cineasta añade misterio a su última obra al haber buscado mezclar «los silencios con sonidos naturales que envuelven la atmósfera. Incluso no he incluido música en ninguna parte del largometraje, prescindiendo de las clásicas bandas sonoras. Creo que esto ha ayudado a que los actores se conecten más con la trama», subraya el almeriense. El paisaje que envuelve a los protagonistas es otro de los elementos de los que se ha servido este cineasta, al que no le cuesta reconoce el estar «muy influenciado por la obra de John Ford. Él fue el único que supo captar los paisajes como nadie. Hacer de la sencillez algo poco pedante y a la vez profundo».

El dibujo de la historia continúa con la entrada en escena de Denis Eyrey, que interpreta al novio francés de María, y la colaboración especial de Antonio de la Torre, un taxista «que estuvo entre la vida y la muerte. Llegamos a rodar una escena en la que moría asesinado, pero al final no fue incluida en el montaje», descubre el actor malagueño. «Decidimos prescindir de ello para que el público tuviera una incógnita más. Habrá quien piense que pudo acabar disparado y otros que no. Forma parte del objetivo general que estábamos buscando», aclara el director. Finalmente, un nuevo personaje, «no profesional», como aclara Cuenca, se integra en la pantalla. Se trata de Manuel Martínez, un campesino almeriense que resultó elegido en el casting por ser, «en sí mismo, todo un personaje».

El desenlace de la historia concluye con un beso entre los dos protagonistas, al que le sigue «un fuerte abrazo, algo que expresa el más que cariño que se profesan ambos», subraya un misterioso Cuenca, que termina definiéndolo como «un final feliz». No sin antes volver a recalcar que la verdadera interpretación de este filme «tendrá que correr a cargo de aquellos que acudan a la sala de cine».