En el sótano se meten los cachivaches, lo que se guarda porque no se quiere tener, por si algún día hace falta o porque te lo regaló alguien y te da cosa. El sótano de Antena 3 no es así. En ese rincón de su página web puedes pasar una tarde entera husmeando, yendo de este trabajo al otro. Son series de bajo presupuesto firmadas por un colega, o varios, que ha liado a su peña para hacerla. A casi todos los trabajos se les nota el andamiaje de su fresco atrevimiento, el esqueleto del guión primerizo, el envaramiento de los actores frente a una cámara, los fallos de sonido, de iluminación, incluso la ampulosa ambición del principiante, que tira por el camino de una seriedad que sale rana porque no controla la sintaxis, el ritmo, la dirección de actores. Sin embargo son estas evidencias las que dan a estos trabajos un interés añadido. Los hay flojitos y los hay tan dignos que podrían saltar, con sus arreglillos de producción, a la parrilla normal de la cadena.

Me fijaré en dos trabajos. Uno, Timer, pertenece al grupo de serie -es mensual, y va por la tercera entrega- que abarca más de lo que puede. Le fallan los actores, su notorio y no logrado esfuerzo por normalizar su deje murciano, intento que en pantalla suena fatal, como si ellos mismos consideraran que su idea -el proyecto Timer, una pastilla capaz de borrar recuerdos al gusto- no casara con su particular pronunciación. Y quizá una gravedad excesiva, sin una pizca de ironía. Firma el trabajo Juanma Escobar. En la otra esquina, Neuróticos. Divertida, ágil, con excelentes actuaciones de un puñado de jóvenes con talento que, como neuróticos que son, cuentan a cámara sus historias. Las firman Esteban Garrido y Julio Vargas. Moraleja. Ganas y talento, aliados de primera.