Actúa el 6 de julio en el festival Metrópoli | Raúl Gutiérrez Cantante de "Rulo y la Contrabanda"

"La nostalgia vende"

"Apostar por el rock es ir a contracorriente; como montar un videoclub enfrente de la sede de Netflix"

Raúl Gutiérrez, "Rulo", en una imagen de archivo.

Raúl Gutiérrez, "Rulo", en una imagen de archivo. / Luisma Murias

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Raúl Gutiérrez (Reinosa, Cantabria, 1979), conocido artísticamente como Rulo, es la voz de la formación de rock "Rulo y la Contrabanda", que actuará en el festival Metrópoli el sábado 6 de julio a las 22.30 horas. Un nuevo paso por la ciudad de un grupo que surgió a raíz de "La Fuga", y que cuenta con una dilatada ya trayectoria a sus espaldas.

–Repite en Metrópoli y en Gijón, una ciudad en la que suele actuar mucho.

–Gijón es muy especial para mí. Siento esa cercanía con Metrópoli también. Entre "La Fuga" y ahora con "La Contrabanda" hemos tocado muchísimo, desde aquel lejano "Derrame rock". Gijón ha sido una ciudad fetiche en mi carrera, en todos los sentidos. Hasta cuando iba a la Laboral en acústico o en pandemia en la plaza de Toros. Aquí he tenido noches especiales en mi carrera. Aunque que suena a frase hecha, y no soy de regalar piropos, Gijón es como actuar en casa.

–Cuando celebraba sus 25 años de carrera insistía en la importancia de mantenerse como un autor en vigor, no ser el típico al que van a ver por una canción de hace 20 años. ¿Lo ha conseguido o es difícil separarse de esa parte nostálgica que vincula a los primeros recuerdos musicales?

–Soy músico, pero también fan de mucha gente. La nostalgia vende. Me considero compositor antes que nada, por eso ese sueño y anhelo mío de que ojalá que cada vez que saque canciones la gente las haga suyas y no convertirme totalmente en un clásico. Por eso espacio mucho cada disco, y los saco cada tres o cuatro años. Cada vez me cuesta tener canciones publicables. La pelea esa es muy interesante, lo hablaba alguna vez con Bunbury. No es que ya compita con mi pasado en "La Fuga", sino que siento que con "La Contrabanda" ya hay esa pelea sana con "Heridas del rock & roll" o "Noviembre". Llega un momento en el que en las carreras largas hacer un disco del que dos o tres canciones se cuelen en el repertorio para siempre es un gran reto. Aunque hay excepciones.

–¿Por ejemplo?

–Hice la gira del 25.º aniversario en Barcelona y vendí menos entradas que ahora cuando volví con el nuevo disco. Esa circunstancia también me sirve para tener claro que si no tengo un disco que me gusta no tengo motivo para publicarlo.

–¿Cómo ha evolucionado su música hasta llegar a este nuevo disco?

–Soy inquieto. Cambio de productor o estudio, por ejemplo. No repito proceso, para que no suene como el anterior. Es lo que intento. Hay canciones muy enérgicas y otras más fronterizas, tiradas hasta abajo, como la que va de un amigo que se murió hace nueve años y me ha salido ahora. Concibo un disco como un concierto, con sus cambios de intensidad. Por eso, si una canción veo que se va a repetir le pongo un traje diferente y la llevo a otro terreno.

–Para alguien que lleva casi tres décadas trabajando en torno al rock, esa eterna cuestión de que se encuentra en crisis… ¿qué le parece?

–Al final va más allá de las modas. Es atemporal. Es verdad que el rock tuvo un "punch" tremendo en los noventa, a nivel internacional, pero aquí en España siempre ha sido necesario y ha estado ahí, aunque no estuviese de moda. El rock es como aquel eslogan de La 2 de "para una inmensa minoría". Es un género de ir un poco a contracorriente, es como montar un videoclub enfrente de la sede de Netflix.

–Lleva 28 años en la música, 14 ya en cada proyecto, pero inevitablemente le siguen recordando como el de "La Fuga".

–Me encanta, no estoy en guerra con esa etapa. Cuando alguien está en guerra con su pasado no le deja disfrutar, y no es mi caso. Siempre he estado en paz con mi pasado. Es verdad que me lo dicen menos, porque ya viene gente a vernos que no conoció a "La Fuga", pero también sigue estando ahí esa comparación. Claro que tuve algo de duelo cuando acabó la etapa y lo pasé mal en esa transición, es como una ruptura con la mujer de tu vida, pero fue mi banda y mi escuela, donde compuso casi 100 años. Aprendí mucho y luego pude hacer una gran carrera.

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