El silencio verde de Los Selgas, un rincón a salvo de multitudes en Cudillero

El palacio y los jardines de El Pito, en proceso ser declarados Bien de Interés Cultural, reabren sus puertas a los turistas

A. Rubiera

A. Rubiera

"Si lo que uno quiere es pasear en el profundo silencio de un jardín bien cuidado, no hay que dudarlo: hay que dirigirse a Los Selgas". Lo dice la ucraniana –afincada en Gijón– Oksana Ustymenko, que ha descubierto en Asturias un oasis a salvo de multitudes. Se refiere a la Quinta de Los Selgas, en El Pito (Cudillero), antaño residencia de la familia Selgas Fagalde, que además de benefactores en vida para todo el pueblo se han convertido en benefactores para la posteridad al dejar, para el disfrute general, un increíble palacio, unos jardines y un patrimonio en Cudillero que pasa más desapercibido de lo que muchos quisieran.

Según la Consejería de Cultura, que precisamente está tramitando la declaración como Bien de Interés Cultural de la finca y sus colecciones y en breve saldrá a información pública, el de El Pito es "uno de los conjuntos arquitectónicos, histórico-artísticos y paisajísticos más importantes de la región". Está integrado por varias edificaciones con colecciones artísticas del máximo interés. Todo promovido y reunido por los hermanos Fortunato y Ezequiel de Selgas Albuerne, mecenas y promotores de importantes obras sociales en la segunda mitad del S. XIX. La mansión, cuya construcción se inicia en 1883, conserva en buena medida su decoración original, alberga obras de destacados artistas así como una extensa colección de mobiliario y elementos decorativos (porcelanas, relojes, abanicos, etcétera), y una nutrida biblioteca. Rodean el palacio unos jardines perfectamente cuidados –tan verdes y magníficos que da gusto el paseo– que están entre los principales jardines históricos privados a nivel nacional.

Para conservar todo ese legado y divulgar su amplio patrimonio existe una Fundación que de nuevo este año ha acordado abrir en verano la finca a las visitas. Abrieron sus puertas el pasado mes y no se cerrarán hasta el 15 de septiembre, con paso libre previo pago de 12 euros (lunes cerrado) y horario de visitas de 10.30 a 21.00 horas en julio, y hasta las 20.00 horas en agosto y septiembre.

"Me alegré mucho de que hubiera muy pocos visitantes durante nuestra visita. Nos permitió sentir mejor la atmósfera del pasado, tan cuidadosamente conservada: con esos muebles originales, la vajilla, ropa de cama, los libros... Es interesante ver cómo ha cambiado el concepto de lujo y comodidad a lo largo de los siglos. Muchos objetos son sin duda preciosos porque están hechos a mano, aunque no sean prácticos. Sentí un profundo respeto por la familia Selgas, que utilizó su riqueza y estatus para poner en marcha un proyecto educativo innovador y único para la época, demostrando su responsabilidad y su verdadera nobleza", reflexiona Oksana Ustymenko. Dos horas y media de visita y Oksana sólo se cruzó con media docena de personas.

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