Opinión | La Espinera

Esa luz tan intensa

Como cada mayo, vuelven los recuerdos maternos

Mayo, una vez más, y tu luz se sigue percibiendo tan intensa que acaricia cualquier herida o desasosiego. Me veo en tus ojos oscuros y brillantes siendo yo tantas veces y, tantas, acompañada siempre por ti, cuando creía, incluso, estar sola.

Reina de los jardines repletos de hortensias y de los bailes infantiles enmarcados de guirnaldas. Así es como te veo ahora, siendo una madre muy niña, mientras soy yo la que envejezco a tu lado.

Qué bellos son los instantes inundados de la más sencilla de las ternuras, qué pequeño se percibe el mundo, junto a ti, y al mismo tiempo qué inmenso.

Qué poco importa a tu lado la vanidad o la soberbia que se percibe a diario en nuestros quehaceres cotidianos, y qué afortunada soy junto a ti, cuando todo se vuelve tan elemental, mientras cuento los dedos de tu mano, jugando las dos a ignorar que son cinco.

Cinco siempre fue tu número favorito y, sí, ya te he dicho más veces que casi nada sucede ya junto al rosal, pero aún irradia un pétreo estatismo contagiado de tu belleza. Así que, en realidad: sí que sucede. Y el verdor de la hierba y el musgo es tan húmedo que ya casi no duele.

Madre, te lo he dicho más veces, deseo regalarte un collar de perlas que un día extraje de la copa de un sombrerero, que transitó sonriente a nuestro lado, porque quién se atreve a decir que ya nada es importante, cuando todo se vuelve magia y color en la tarde gris de un asombroso cielo estrellado, que irradia esa luz tan intensa desde dentro: la única luz no perecedera.

Tan intensa y sincera, a pesar de todos los mayos fractales que se fueron disolviendo o licuando con nuestra mirada rota, a través de las cortinas.

A través de las cortinas, recolectamos de nuevo sueños escarlatas un día cualquiera de mayo, porque ya casi no importa que lo que sea suceda en el día o en la noche, entre tapices o suelos barnizados, entre arena o conchas de la playa, contemplando los pies o las manos, porque las dos sabemos que nada es lo que parece y flotamos en esta felicidad compartida y codiciada por quienes solo son o se sostienen de humo.

Esa luz tan intensa que siempre nos guiará corriente arriba, desde las pequeñas cosas que siempre están a nuestro lado.

Las tuyas y las mías y aisladas en esa: tu luz tan intensa.

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