Opinión | Dando la lata

A la puerta

La remodelación del entorno de la plaza de abastos ha quedado tan bien que algunos ya sugieren la posibilidad de aprovechar para instalar allí la deseada piscina de verano. Más céntrica, imposible. Tal es la capacidad de retención de agua del nuevo pavimento que con un trampolín y un par de escalerillas sería suficiente para poder inaugurarla. Y si llueve se llena sola. El otro día, lloviendo como casi siempre en la semana de San Xuan –no hay cambio climático capaz de derrotar a la borrasca sanxuanera– desde el Madreselva a la joyería Dimas se iba mejor nadando a braza que caminando. Ahí queda la propuesta. Como me lo dicen, lo cuento. Quién sabe, a lo mejor así se podría revitalizar la zona. Porque lo suyo es saber adaptarse a las circunstancias sobrevenidas en vez de caer en el lamento permanente.

Por cierto, que ahora exigimos que el AVE pare en Mieres. Y en Pola de Lena. Y si preguntamos en Ujo y en Villallana, pues también. ¿Por qué no? Por supuesto que no me parecería mal, pero nos hemos acostumbrado a exigir todo a la puerta de casa, y desplazarnos veinte kilómetros para tomar un tren ya nos parece un drama. Y un agravio. Tenemos casi de todo, hospital, centros de salud, sede universitaria, autovías, trenes, líneas de autobús… y aún nos parece poco. ¡Ay, si aprendiéramos de una vez a aprovechar lo mucho que está a nuestra disposición!

Hay vecinos que no reciclan porque los contenedores se hallan a cincuenta metros del portal. Qué lejos, ¿verdad? Otros tiran al suelo lo que les sobra por no acercarse a la papelera que tienen a dos pasos. Para unos cuantos, recoger la caca del perrito supone un esfuerzo y un fastidio.

No acabamos de aceptar que el futuro de Mieres lo marcamos nosotros en el día a día. Y que el AVE pare aquí poco nos aportará si, como es costumbre, seguimos desaprovechando oportunidades. De hecho, las grandes infraestructuras nos han facilitado más la salida que la llegada.

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