Opinión

Espíritu 2022

Llega el momento de aparcar los debates y de cerrar filas con Ziganda y los jugadores

Se acabaron las disputas y los debates sobre si el Cuco es el entrenador adecuado para este club, sobre los aciertos o desaciertos del consejo de administración o sobre el verdadero grado de implicación del máximo accionista. También sobre la justicia o injusticia de alguna titularidad o suplencia. Ha llegado el momento de cerrar filas. El Oviedo afronta el mes de mayo lanzado, encadenando una victoria tras otra y demostrando que tiene opciones de disputar con tantas garantías como el que más la promoción de ascenso a Primera, veinte años después de la caída a los infiernos futbolísticos.

Llega la hora definitiva de la temporada para la plantilla y el cuerpo técnico, pero también para la afición, que debe convertirse en el jugador número doce en una versión actualizada a 2022 de lo que supuso el inolvidable espíritu de 2003, cuando estar en la situación actual parecía una quimera. Se han superado todos los obstáculos habidos y por haber. El club, gusten más o gusten menos determinadas cosas, está muy vivo y el Tartiere debe convertirse en un inexpugnable fortín en el que no haya espacio ni para el pesimismo ni tampoco para la ansiedad. Y es que, como quedó bien claro el pasado domingo en tierras madrileñas, los partidos duran hasta que el árbitro señala el final.

El Oviedo se ha acostumbrado a ganar en dos meses de triunfos constantes, pero, salvo sorpresa, hay que asumir que va a llegar algún empate o derrota. Entonces, será clave gestionar de manera adecuada esos resultados desfavorables. Un ejemplo. Si, contra pronóstico, el Mirandés tuerce la excelente racha de resultados de los azules, hay que tener claro que no se acaba el mundo, que las opciones de jugar la promoción seguirían intactas y que lo único que habría que hacer en ese caso es redoblar el apoyo a unos técnicos y jugadores que están demostrando un comportamiento ejemplar y un nivel de compromiso con el escudo difícil de igualar.

Pase lo que pase al final de temporada, haya promoción, ascenso u otra temporada más en Segunda, este Oviedo ha logrado estar a la altura de lo que históricamente se espera del club de Lángara, Herrerita, Sánchez Lage, Paquito, Tensi o Carlos. Consiste en estar en Primera o luchando por ello entre los gallitos de Segunda. Justo lo que han logrado Ziganda y los suyos tras victorias tan inolvidables como la de El Molinón, donde, no por rutinarios, los triunfos dejan de saber a gloria.

El fin de semana que se avecina puede ser muy importante para la entidad. El Vetusta, más arropado que nunca, peleará para confirmar el ascenso tras una campaña en la que, pese a algunos reveses, ha demostrado ser la mejor escuadra de la categoría. El primer equipo está en disposición de dar otro paso hacia Primera División. Hay motivos para el optimismo, teniendo claro que todo es mucho más fácil cuando el oviedismo está unido.

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