Opinión

La década prodigiosa

Los 50 recién estrenados han supuesto, entre otras cosas, que hiciese una reflexión sobre esta última década.

Han sido, cuanto menos, unos años muy intensos, llenos de cambios, de despedidas y de bienvenidas que han venido con pandemia incluida.

Algo que no ha cambiado todos estos años ha sido mi dedicación a la docencia y digo dedicación porque nunca estar en clase, dar clase, ha sido una de mis tablas de salvación en momentos en los que parecía que el barco podía hundirse.

Supongo que por eso comprendí que todo es cuestión de perspectiva y que la desgracia del Titanic fue una bendición para las langostas que habrían acabado en un plato y se veían libres en el mar.

En estos 10 años he visto también cómo ha cambiado el alumnado tanto de Secundaria como de la Facultad.

Quienes leen mis líneas con frecuencia saben que defiendo a las nuevas generaciones porque lo de demonizar a quienes vienen detrás diciendo que saben menos, que son ignorantes, que no tienen interés en nada, nunca me ha parecido justo.

Para la generación anterior a la mía, los "boomers" no teníamos cultura general o nos faltaban conocimientos y las anteriores creían que no saberse los reyes gordos era imperdonable.

Es así. Cada tiempo requiere y pide cosas diferentes y no es que ahora no sepan nada, sino que su modo de hacer, de aprender y de vivir es diversos.

He podido comprobar también la cantidad de estudiantes que vienen a hacer Magisterio o el Máster del Profesorado con ilusión y una vocación enorme. Las calificaciones con las que, en estos últimos años, acceden a estos estudios ha subido notablemente y eso me alegra mucho porque significa que el menosprecio de esta profesión va, poco a poco, disminuyendo.

Absurda postura esta de creer que ser docente no tiene valía. Sea cual sea la profesión que se desempeñe, no habría que olvidar que el punto de partida fue un aula de infantil o de primaria.

Los años donde somos más moldeables, donde adquirimos muchos de los hábitos, costumbres y modo de ver e interpretar el mundo, son esos. Así que merece la pena pararse y darse cuenta de la importancia que tiene contar con profesorado competente y entregado.

La pandemia puso a prueba casi todo lo que construye nuestra sociedad, pero creo que el sistema sanitario (bendito sea), y la educación tuvieron que hacer frente a un momento distópico e inimaginable de un día para otro. Quiero creer que, además de otras cosas, prevaleció la vocación sin la que no es posible entrar en un aula diariamente.

Así que sigamos caminando muchas décadas más que aún queda mucho por ver de eso que es invisible a los ojos y que dicen imprescindible.

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