Opinión

Dios se muestra en la belleza de Gijón

El discurso de la bendición de las aguas por la festividad de San Pedro

Bendecir es reconocer la grandeza y bondad de Dios en las maravillas de su creación. Es alabar y dar gracias a Dios por la vida, el mar, el firmamento, el aire que respiramos, la convivencia y el amor que nos tenemos y la tierra que pisamos. Al asomarnos a este balcón del Cantábrico y contemplar este paisaje delicioso y encantador, brota del corazón un canto lleno de admiración y alegría:

¡Dios mío, qué grande eres!

Aquí en Gijón, te nos muestras en su belleza,

Tu luz nos envuelve como un manto,

Y nos cobijas bajo su cielo como en una tienda.

Cuántas son tus obras, Señor,

todas las hiciste con sabiduría.

Aquí, junto al mar, ancho y dilatado,

Pusiste a Gijón.

¡Demos gracias con cantos al Señor!

Es lo que quiere ser esta bendición: un canto de la ciudad de Gijón y a la ciudad de Gijón.

Pocas ciudades pueden contar de que un día del año, el día de su patrón, un gran número de sus vecinos y habitantes se reúnen para decirle "desde el alma": este Gijón que vemos, "es el Gijón que quiero y que tanto adoro". Porque a Gijón, como decía el memorable Ladis, solo se le puede querer "desde el alma". Desde la cabeza te puedes chiflar, desde el corazón te puede dar un infarto. Por eso, "desde el alma, con toda el alma".

Han tenido acierto los compositores de este himno con ritmo de habanera en la letra y de la música. Pronto se ha hecho pegadizo, popular y sintoniza con los sentimientos más hondos de los que vivimos y respiramos el aire de esta "villa marinera", ese "nordestín" que digo siempre que es "un aire medicinal con aroma de yodo y sal".

Cantarlo un día como hoy, contemplando esta vista idílica de la bahía de San Lorenzo es una gozada, este mar que siendo el mismo siempre es distinto en movimientos, en colores, en sonidos, en aromas... y que mantiene esa sintonía, esa buena convivencia con el litoral.

Y poder festejar a Gijón desde este Campos Valdés, que debiera ser tenido como lugar sagrado, como un tótem, donde se respira puro gijonismo playu, donde el alma se serena. Por eso, no debieran de estar permitidos patinetes, mercados, competiciones. bicicletas... son una profanación. Este lugar es como un trono de gloria, es como el alero del templo de Jerusalén, donde el diablo le dijo a Jesús: "Todo esto te daré si me adoras". La endiablada propuesta evangélica puede ser muy reveladora para los gijoneses enamorados que tienen novia o novio "foriatu". Los traen aquí y se les dice: "Todo esto te daré si me quieres, si me adoras". Y que respondan.

El Campo Valdés es una fuente de inspiración en el que muchos vienen a pintar, a escribir, a leer, a soñar, a exclamar "que este Gijón de ensueño es un tesoro" y prometerle que "no te olvidaré nunca, nunca, nunca"

Está frente al Molinón, de aquí parte a veces eufórica "la mareona". Este año "casi, casi...", falta menos para volver a verle en su puesto, en primera. Hay que seguir cantando "tu fe nunca decaiga, no debes desmayar, Sporting a la lucha, batalla sin cesar. Aúpa, Real Sporting, de ti esperamos más".

He visto que está pendiente una reforma de esta plaza. Deseamos que sea acertada, que respete la iglesia, que es también una obra genial, de hechura asturiana, que está como colocada por los ángeles, por eso es la más filmada, pintada, fotografiada, visitada... ¡Icono emblemático de la ciudad!

Este año, las cofradías han querido sacar a San Pedro. Tenemos dos imágenes. Una en la parroquia, obra de Rubio Camín, mocetón fornido, curtido pescador, con aires de seguro patrón de barco, en cuyas manos y timón puede sentirse segura la ciudad

Y esta otra que veis está en la capilla de la Soledad. No es que sea bajo de estatura, es que está de rodillas. Le falta el gallo. Tiene una expresión y una mirada de admiración en su rostro y las manos juntas de acción de gracias, como diciendo qué guapa es la ciudad; y puede adivinarse también un gesto de súplica y petición, como diciendo: no me dejéis abandonada a Cimadevilla, que es la abuela que hay que cuidar y proteger, que en ella está el genio, la sabiduría, la simpatía y la picardía... el ADN de los orígenes de la ciudad. No digo que vuelva todo como en los tiempos que contaba el domingo La Monrolla; algunos "descarríos" hoy están penados. Tiene razón en que se necesita al menos un botiquín, o una primera consulta médica; el ambulatorio no está cerca. Los vecinos estamos ansiosos de que se pueda finalizar ya el proyecto de Tabacalera, y el hotelón, y mejorar la urbanización...

Muchos proyectos o actuaciones están en esta lista que se intenta ver pronto en marcha. Vamos a tener que pedirle a San Pedro que ponga un motor potente en el barco, que ya no se puede navegar a vela, que soplan con facilidad vientos contrarios, que retrasan excesivamente la llegada a puerto. Hasta 20 han salido en los periódicos, todos ilusionantes, útiles y necesarios: Naval Azul, el vial de Jove, el Solarón, la estación de Moreda, el Muro, el Piles...

A San Pedro le dijo un día, Jesús el Señor: "Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia" No salió mal la obra.

Que él nos ayude a construir un Gijón alegre, noble, solidario, tolerante, y "grandón" de corazón.

Y que sople el "nordestín" para que salga el sol.

¡Viva San Pedro! ¡Viva Gijón!

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