Opinión

Antes se encarcelaba al antisistema

Los embates al bipartidismo

Con la democracia estas cosas no pasaban. España sufre repetidos embates contra el bipartidismo consagrado por la Constitución y las leyes electorales, que trasladaron el turnismo decimonónico al rigodón bailado por una derecha moderada y una izquierda todavía más domesticada. Desde las primeras elecciones abiertas de 1977, se supo que Suárez daría paso algún día a Felipe González. Desde los comicios hegemónicos para el PSOE de 1982, se intuía que un PP probablemente sin el mastodóntico Fraga a cuestas llegaría a La Moncloa.

El sistema parecía blindado contra la caótica situación actual, en que cualquier chiquilicuatre con un megáfono obtiene una representación parlamentaria decisiva, y basta con remitirse a las elecciones europeas.

¿Cómo combatía antiguamente el democrático bipartidismo PP/PSOE a los antisistema? Muy sencillo, los encarcelaba. El experimento urbano de preguntar a los transeúntes por qué acabó Mario Conde en prisión obtendrá encogimientos de hombros, y un rosario de "No sabe/No contesta". Sin discutir sus delitos, la secuencia establece que el banquero del régimen cayó en desgracia en cuanto exteriorizó su ambición política. La relación de pícaros que pagaron su osadía con la cárcel se extiende a Javier de la Rosa como promotor, pero sobre todo a José María Ruiz Mateos y al Jesús Gil y Gil encerrado por triplicado, la última vez como alcalde de Marbella.

Frente a las acusaciones de debilidad, la democracia posee recursos inmunitarios que causarían estupor en Corea del Norte, todo antes que el caos denominativo actual. No solo cualquier hijo de vecino, sino el hijo de tu vecino puede ser mañana decisivo para la gobernabilidad. Se replicará que no todos los asaltantes al blindaje bipartidista fueron encerrados, pero con Pablo Iglesias lo han intentado en una treintena de querellas. Albert Rivera se salvó porque conocía las reglas y saltó del tren antes de sufrir las represalias. Con la permisividad actual hacia los antisistema, el país se adentra en lo desconocido.

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