Opinión | Más allá del Negrón

El pronatalismo

Magnates digitales proponen aumentar la natalidad de los "genéticamente superiores"

La falta de políticas eficaces por parte de nuestros gobiernos para frenar el invierno demográfico ha hecho surgir movimientos con osadas propuestas de muy discutible ética. El más notable de todos es el conocido como pronatalismo, que auspician los nuevos líderes mundiales no sólo tecnológicos, sino también económicos y hasta ideológicos. Entre sus adalides se encuentran magnates tan influyentes como Elon Musk y Jeff Bezos, cuyos negocios van mucho más allá de la venta de coches eléctricos y el comercio digital.

Lo primero que es necesario aclarar es que, aunque el término puede llevar a confusión, no estamos ante el tradicional movimiento católico de los llamados "provida", los partidarios de tener los hijos que "Dios nos dé", o de los ecologistas puros, defensores de que la Naturaleza haga su trabajo sin poner trabas artificiales a la reproducción de los seres humanos.

¿Qué es entonces el pronatalismo? Hace unos días, en un completo reportaje publicado en "El Español" por la periodista Clara Arrabal, se equiparaba el pronatalismo con el argumento de la novela de Margaret Atwood "El cuento de la criada", posteriormente convertida en serie de gran impacto. La historia de ciencia-ficción de Atwood cuenta cómo un imaginario Estado totalitario llamado Gilead, ante los problemas de natalidad que condenaban al país a su desaparición, secuestra a las mujeres más fértiles para procrear con los líderes de la siniestra organización que controla la nación.

Volviendo a la realidad, los llamados "pronatalistas", ante la continuada ralentización del número de nacimientos –no ha dejado de bajar desde 1950, según la ONU– que amenaza al mundo con un colapso económico, lo que proponen es elevar artificialmente la tasa de natalidad. Confiesan abiertamente que su intención no es desinteresada, meramente humanitaria, sino que su interés radica en "mantener el nivel de bienestar actual". Es decir, que la economía que mueve sus propósitos empresariales no se paralice por falta de demanda. En cualquier caso, en principio sería bienvenido cualquier plan que intente fomentar la natalidad, si no fuera porque sus impulsores tienen en mente métodos que desafían los más elementales principios éticos.

El gran problema se plantea cuando los grandes líderes del mundo digital explican de qué forma piensan llevar a cabo su propósito. Su intención es, recurriendo a la tecnología, repoblar el planeta con "aquellas personas que puedan producir una descendencia genéticamente superior".

Ojo, no todo el planeta, sino las naciones del mundo occidental, las que padecen un mayor índice de infertilidad y en la que se prevé que el invierno demográfico será más devastador. Lo demuestra la previsión de la ONU para 2050, que prevé que disminuya la población occidental mientras la mitad del crecimiento de la población mundial se concentraría en tan solo nueve países: India, Nigeria, Pakistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia, Egipto y Estados Unidos (la excepción occidental).

Y en cuanto a la tecnología, los planes de los magnates desafían los límites de la imaginación de los más arriesgados autores de ciencia ficción. De hecho, los grandes empresarios ya están financiando investigaciones para la creación de úteros artificiales, embriones a partir de células reproductivas o el cultivo de óvulos viables a partir de células madre. Algo parecido a una granja en la que se crían seres humanos sin la intervención de los seres humanos.

Este fin de semana, la primera bebé probeta española cumplió cuarenta años. Desde 1984, han florecido las clínicas de fertilidad en todas las esquinas de nuestras ciudades, cada vez son más las personas que, por problemas de fertilidad, recurren a métodos artificiales para tener hijos y cada vez son más frecuentes los partos múltiples como consecuencia de la implantación de varios óvulos. Sólo en cuarenta años el concepto de familia ha cambiado radicalmente. A la velocidad que avanza la ciencia, nos esperan tiempos de grandes dilemas éticos y morales, en un mundo en que las quejas sobre la masificación o la llegada de inmigrantes coinciden con el envejecimiento de la población y la falta de mano de obra.

Suscríbete para seguir leyendo