Opinión

Mili, no; reserva, sí

Sobre la necesidad de potenciar la Reserva Militar de Voluntarios

Mili, no; reserva, sí

Mili, no; reserva, sí / LNE

A pesar de los incrementos en el presupuesto, el gasto en defensa de España sigue siendo paupérrimo comparado con otros países de la OTAN. Actualmente, se destina solo el 1,3% del PIB, una cifra que nos coloca casi en el último lugar de la lista por delante únicamente de Bélgica y Luxemburgo. Esta limitación presupuestaria afecta no solo a la capacidad operativa de nuestras Fuerzas Armadas, sino también a la Reserva Militar de Voluntarios (RMV), una pieza clave que merece más atención y recursos.

Mientras que en España el número de reservistas ha disminuido de 6.000 a 3.000, otros países como Francia han ampliado significativamente sus fuerzas de reserva. El modelo francés es cercano y fue en el que España se inspiró. Francia ha expandido sus reservistas a 80.000 y planea duplicar esta cifra en 2030. Todos los líderes franceses han reconocido a la reserva como el cemento de unidad y la reserva moral de la nación. Un ejemplo puede ser el 24º Regimiento de Infantería de París, compuesto por más de 700 reservistas con poco más de una decena de militares profesionales, encargado de la seguridad de París. Además, cada regimiento francés tiene su propia compañía de reservistas, lo que refuerza significativamente sus capacidades operativas.

A diferencia de otros países europeos que han abrazado con entusiasmo la vuelta del servicio militar obligatorio, la sociedad española no está madura para reinstaurar esta práctica. Sin embargo, existe un consenso más favorable hacia el fortalecimiento de la RMV. Este enfoque permite que los ciudadanos que así lo deseen contribuyan a la defensa nacional sin imponer obligaciones generalizadas que no cuentan con el apoyo social necesario.

El compromiso hacia la RMV puede compararse con el aprecio que se le tiene a la familia, como lo definió el capitán (RV) Quesada, cuyo doctorado versó sobre la Reserva. Todos coinciden en que la familia es importante, pero, a menudo, no se le dedica el tiempo necesario. De manera similar, aunque se reconoce la importancia de los reservistas, los recursos asignados son insuficientes. España recientemente gastó 8,5 millones de euros en su reserva, lo que representa solo el 0,06% del presupuesto de defensa. En contraste, Francia destina diez veces más, un 0,6% de su presupuesto, que ya de por sí es considerablemente mayor.

Tras muchos años en que algunos clamamos en el desierto, tanto de palabra como por escrito, recientemente se publicó en LA NUEVA ESPAÑA información, cuya fuente son altos mandos militares, para aumentar nuestra reserva a 80.000 efectivos. Parece que, al fin, algo se mueve.

Los reservistas, comprometidos desde diversos ámbitos profesionales, se unen voluntariamente para aportar su experiencia y habilidades, fortaleciendo así nuestras capacidades defensivas. Durante su tiempo de activación en las unidades de destino son militares a todos los efectos, volviendo a ser civiles de pleno derecho al terminar, pero manteniendo la graduación militar. Este compromiso, basado en el deber jurídico y en convicciones éticas y morales profundas, encarna la unión entre las fuerzas armadas y la sociedad, fortaleciendo el vínculo y el entendimiento mutuo. Aumentar la inversión en formación, equipamiento y beneficios para los reservistas no solo reforzaría nuestras capacidades defensivas, sino que también reconocería el valor y el sacrificio de estos ciudadanos comprometidos.

Para potenciar verdaderamente la RMV es imperativo que los responsables de la política de defensa comprendan que el apoyo no puede quedarse en meras palabras. Debe ser una prioridad tangible, respaldada por un incremento presupuestario y una estrategia de integración que permita a estos voluntarios desempeñar su papel con eficacia y orgullo.

En conclusión, la Reserva es una herramienta valiosa que, con el apoyo adecuado, puede significar la diferencia en la capacidad de respuesta de nuestras Fuerzas Armadas. Más allá de las palabras de aprecio, es fundamental implementar acciones concretas y sostenibles. Solo así España contará con una defensa robusta y bien preparada para enfrentar los desafíos del futuro. La inversión en la RMV no solo fortalecerá nuestras capacidades militares, sino que también consolidará la relación entre las fuerzas armadas y la sociedad, construyendo un futuro más seguro y cohesionado para todos.

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