Opinión

Un compromiso de verdad con el Noroeste y Asturias

Pese a su importancia estratégica para la cohesión del país y la integración comunitaria, el eje cantábrico no cuenta aún con la atención necesaria, ni inspira la agenda política

Un compromiso de verdad con el Noroeste y Asturias

Un compromiso de verdad con el Noroeste y Asturias / LNE

La Variante, la Transcantábrica y el Huerna son el medio para romper el aislamiento y una parte indisociable ya de la estrategia industrial de Asturias. Pero su valor quedará disminuido si en torno a esos grandes ejes no se articula una red de transporte moderna y eficiente que eleve la competitividad de la economía, multiplique las exportaciones y atraiga proyectos. El auténtico fin de tales inversiones es ese. Sin un plan preciso a cumplir con celeridad por parte de las administraciones para avanzar en esa línea, la región quedará lejos de los polos logísticos de desarrollo más importantes de España. 

Todos los grupos políticos asturianos sin distinción, de la derecha a la izquierda, y los agentes sociales suscribieron el miércoles un pacto en el marco de la Alianza por las Infraestructuras para fijar las prioridades de Asturias en esta materia durante los próximos años. El acuerdo supone un salto cualitativo, por lo que representa de unidad, claridad y orden en los objetivos. El documento asienta sus cimientos en el impulso al Corredor Atlántico, uno de los nueve grandes ejes transeuropeos llamados a facilitar el tránsito de personas y mercancías entre los países comunitarios, y en la recuperación de las cercanías. Las Cámaras de Comercio de las comunidades de la Cornisa, del norte de Portugal al sur de Francia, acaban de avivar también desde Oviedo la reivindicación de una macrorregión atlántica de la que precisamente la red de ferrocarriles, carreteras y puertos constituye el principal argumento.

La España rezagada lo será aún más, como la pescadilla que se muerde la cola, si no se la asiste a tiempo. El panorama demográfico que ha dibujado el Instituto Nacional de Estadística con vistas a 2039, tres lustros, abruma. Las cuatro únicas comunidades que no van a poder frenar el decrecimiento poblacional son Asturias, Castilla y León, Extremadura y Galicia. Pleno del Noroeste y la Vía de la Plata. No por capricho alzan la voz para alertar de los desequilibrios y evitar su descuelgue. Las mismas autonomías ocupan los últimos puestos en tasa de actividad. En la de paro, mejoran ligeramente, pero tampoco pueden lanzar cohetes. El pasado trimestre, Galicia ocupó el undécimo puesto por PIB. Castilla y León, el decimoquinto. Asturias, el decimoséptimo y último. Pese a lo poco favorecedor del retrato, existe un entramado empresarial pujante, y en sectores como el textil, el naval, el del transporte de viajeros, el sanitario o el del metal, en posición dominante. Hilos para tejer un relato alentador y mostrar una posición de fuerza.

Reivindicar el cuadrante noroccidental no significa hacerlo a costa, o en contra, de los intereses de la otra mitad del país, el Suroriente, aventajado competidor en la carrera. Las provincias del Levante llevan también décadas protestando. El Cantábrico y el Mediterráneo ven pasar presidentes y ministros sin que ninguno culmine una malla adecuada que dé interconexión a sus territorios y los proyecte hacia el exterior.

Hablamos de obras indispensables para generar riqueza e incrementar la productividad. En el caso asturiano, engarzar El Musel y la Zalia en el desarrollo del Corredor Atlántico posibilitaría un salto de gigante. Se trata también de encontrar alternativas para aliviar el impacto sobre el medio ambiente de la saturación de las carreteras. El ferrocarril admite amplio margen de mejora. La media de uso del tren para mover mercancías roza el 20% en la UE. Aquí el 5%, con la línea Gijón-Valencia a la cabeza en toneladas desplazadas.

Pese a su importancia estratégica para la cohesión de España y la integración comunitaria, el eje cantábrico no cuenta todavía con la atención necesaria, ni inspira de verdad, con comisionado específico o sin él, las directrices de la agenda política. El beneficio económico y social que comportaría una apuesta decidida por su promoción, más allá de los gestos, no admite duda.

La inercia hacia la que arrastran los indicadores negativos no es fácil de revertir, ni se corrige de una legislatura para otra. Como el equipo que atropelladamente espabila al final del partido para intentar la remontada, esperar a que las consecuencias de las malas proyecciones se hagan patentes para decidirse a actuar solo garantiza una derrota. Llegado ese instante, el deterioro resultará insalvable aun pisando el acelerador. Sin plazos tasados, metas medibles sobre las que rendir cuentas y un calendario ambicioso y factible respecto a las obligaciones con Asturias y el Noroeste, no habrá manera de anticiparse. Esa es la batalla que ahora toca iniciar.