Opinión

Participación ciudadana

El papel de las personas de a pie en el sistema político actual

Hace ya unos meses que resuena por las calles de nuestra ciudad un compromiso, o tal vez una utopía de nuestros ediles: que tratan de reconstruir una estrategia de participación ciudadana, un plan de implicación democrática en las decisiones municipales del mayor número de vecinos, de implementación de mecanismos que permitan derribar las barreras y que todos podamos acceder no solo a la participación social, sino también a la decisión política.

No puedo más que aplaudir este proyecto, que me parece más urgente que nunca. Y vuelvo a repetir que me gustaría que pudiera ser real en todos los ámbitos de nuestra sociedad. Escuchaba hace tiempo como nuestro edil Mario Arias, con su serenidad y con su aire de racionalidad, lanzaba la propuesta de reconstruir los canales de participación ya existentes para que sean más útiles y eficaces.

La participación ciudadana se ha instalado transversalmente en los discursos de muchos políticos, y todo ello por la crisis de legitimidad que afecta a las instituciones de nuestra democracia representativa; el problema es que la democracia no logra traducirse en mecanismos de cercanía efectiva y de participación de todos en las decisiones importantes, pues parece que nos hemos instalado en una especie de "autocracia", en una verdadera ruptura democrática y de falacia frente a nuestras libertades. Somos burlados y escupidos por nuestros representantes que se sienten auténticos sátrapas, por no decir dictadorzuelos que se creen representantes de la divinidad.

Sea como fuere, mientras la mayoría de la población quede excluida de las decisiones que tienen que ver con el bien común, no podremos hablar de una verdadera democracia. No hace falta remontarse a sus orígenes en el mundo griego, ni hacer un repaso por las filosofías políticas que fueron dando contundencia, fuerza y peso a una democracia participativa; o, como no, hablar de los grandes ideólogos que siguen gritando y pidiendo el paso de una simple democracia liberal representativa a una verdadera democracia participativa, una verdadera democracia directa que no separa a los representantes de los representados. Por ello aplaudo esta iniciativa municipal, que al final no hace más que sostener lo que muchos creemos: que la verdadera libertad, que el desarrollo ciudadano, solo pueden alcanzarse plenamente con una participación directa y continua de todos los ciudadanos.

Hace ya unos cuantos años que el filósofo Habermas, en su teoría del discurso y de la acción comunicativa nos hablaba de la necesidad de recuperar el diálogo ciudadano para crear un verdadero espacio de representatividad participativa. Esta participación exige habilitar tres niveles de participación: el informativo, el consultivo y el deliberativo.

Ya desde mis años de universitario me tildaban como un idealista incorregible, y tal vez, como nuestros ediles, siga siendo un utópico, sigo creyendo y esperando en una verdadera democracia participativa en todos los ámbitos de nuestra vida social y política. Necesitamos una reglas de juego claras, un acceso a la información básica, un control de las expectativas de la comunidad, y tantos otros mecanismos que me permitan a mí y a todos vosotros participar realmente en las decisiones de lo común.

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