La robotizada planta de Amazon en Siero, al descubierto: así funciona el centro logístico que abrirá el 2 de septiembre y aspira a sumar 1.500 empleados

La nave, que ya cuenta con un centenar de empleados, saca a oferta 150 puestos para el almacén, que gestionará "millones" de paquetes

VÍDEO: Las primeras imágenes del interior de la planta robotizada de Amazon en Asturias

Yago González

Yago González

Yago González

En los últimos dos años, desde que finalizara su construcción, el enorme edificio blanco de Amazon en el polígono de Bobes (Siero), se ha alzado a orillas de la A-64 como una misteriosa esfinge: hermética, inexpugnable, sin ofrecer pistas sobre lo que sucedía en su interior (si es que sucedía algo), y generando mucha inquietud entre políticos y empresarios asturianos sobre los planes del gigante del comercio electrónico en la región. El umbral, por fin, se traspasó ayer, y la compañía estadounidense abrió a los medios de comunicación las puertas de la macronave sierense para mostrar el engranaje (altamente robotizado y automatizado) con el que se recibirán, empaquetarán, clasificarán, etiquetarán y enviarán "millones de paquetes" al año, según informó el director de la nave, Carlos Ordeig.

Esta maquinaria echará a andar el próximo 2 de septiembre. Se sabía que el complejo iniciaría su actividad ese mes, pero aún se desconocía la fecha exacta. En el centro de Bobes ya trabajan desde hace semanas un centenar de personas en labores de dirección, mantenimiento o departamentos como el de informática. Pero ayer ya se publicó en el portal de empleo de la multinacional (www.amazon.jobs) ofertas de 150 puestos para personal de operaciones, esto es, los trabajadores que gestionarán los paquetes en el almacén. La compañía estima iniciar la actividad del complejo con alrededor de 400 empleados (con la campaña de Navidad como punto fuerte de la temporada), y con la previsión de alcanzar los 1.500 en un horizonte de tres años. No obstante, la experiencia de otros centros similares en España indica que esos plazos podrían acortarse y que las contrataciones podrían alcanzar un mayor ritmo que el esperado. La empresa ofrece un salario base de 1.700 euros brutos al mes.

La nave asturiana, con una superficie útil de 175.000 metros cuadrados distribuidos en cuatro pisos, es uno de los seis centros "altamente robotizados" con que cuenta Amazon en España. El nombre oficial del complejo, el que utiliza internamente la empresa, es "OVD1", ya que la multinacional bautiza sus centros logísticos con el código del aeropuerto más cercano.

El edificio es lo que se conoce en logística como un centro de "primera milla": el punto inicial en el proceso de reparto, el lugar adonde llegan los productos procedentes de los proveedores (librerías, jugueterías, tiendas de electrónica, de equipamiento deportivo, de decoración, de moda...) o de otros centros de distribución de Amazon. En Siero, estos artículos serán desembalados, clasificados, empaquetados en las características cajas marrones de la compañía (con una sonrisa-flecha), etiquetados con el nombre y la dirección del comprador y, por último, enviados a los centros de "última milla", aquellos ubicados cerca de las ciudades para realizar la última entrega hasta el destinatario final: el cliente. Por tanto, desde Bobes se mandarán paquetes a otros centros de Amazon tanto de España como de otros puntos de Europa, pero no directamente a los compradores. En Asturias, el centro de "última milla" –con unos 50 empleados– se ubica en la parroquia sierense de Meres. Es allí desde donde saldrán las furgonetas de reparto final con las ansiadas cajas marrones.

En la planta 0 del complejo de Bobes, a pie de calle, se ubica el muelle de recepción, donde los camiones descargarán los artículos procedentes de los comercios. Los productos se colocarán en una gran cinta transportadora en la que los operarios harán la primera tarea, el desempaquetado. Es una fase totalmente manual. Cabe señalar que en Bobes sólo se almacenarán productos de tamaño pequeño o mediano. Quedan fuera objetos más grandes, como televisores o bicicletas.

Una vez extraídos de su caja original y colocados en unos cubos de plástico, los objetos ascenderán por circuitos transportadores a alguno de los tres pisos superiores. Éstos conforman el corazón robotizado del edificio, al que sólo puede acceder personal autorizado. Allí se ubican un total de 53.000 estanterías que se desplazan sobre pequeños robots rodantes. Cada una de las estanterías tiene espacio para decenas de productos, y el robot las mueve cada vez que entra un nuevo pedido. "No existe ningún criterio para agrupar los productos en las estanterías, se sigue un principio de caos ordenado", asegura Ordeig. Los artículos son identificados y etiquetados, y retornan al piso inferior.

La mayor parte del edificio está ocupado por 53.000 estanterías que se desplazan sobre robots

Allí, los productos se someten a un sistema automatizado que establece, en función de su tamaño, qué tipo de caja les corresponde. Y de nuevo entra el factor humano en liza, ya que el empaquetado con las famosas cajas marrones también lo realiza manualmente un operario.

Hasta entonces, para preservar al máximo la privacidad, en ningún momento se habrá asociado ningún producto con el nombre o la dirección del comprador. Esa tarea corresponde a una máquina estampadora que pega la etiqueta con el código de barras y los datos personales del cliente. El último paso es clasificar los artículos según su destino (Asturias, Madrid, fuera de España...) y cargarlos en los camiones.

Pese a su intenso componente tecnológico y robótico, en la nave despuntan aquí y allá objetos de uso manual que, pese a su sencillez, se revelan imprescindibles. Por ejemplo, estaciones con escobas y recogedores ("es fundamental mantener limpio el recinto", afirma Ordeig) y pértigas anti-atasco a las que recurrirán los operarios si algún elemento obstruye la cadena de transporte.

En una primera fase, el centro de Bobes funcionará con turnos diurnos. La aspiración de la empresa es que, a medida que la plantilla vaya aumentando, la planta esté operativa las 24 horas del día. Los trabajadores deben caminar dentro de unos pasillos delimitados con líneas azules en el suelo, deben usar calzado especial y el cabello no puede rebasar los hombros.

La azotea del edificio está cubierta con 10.000 placas de energía solar, y la empresa esperará a que la planta esté a pleno rendimiento para evaluar si podrá ser energéticamente autosuficiente.