Opinión | Ventana indiscreta

El monipodio de la política

La corrupción de los representantes de los ciudadanos

Los que en algún momento de nuestra vida estudiamos "Lengua y Literatura", en el bachiller de una lejana época, recordamos a Miguel de Cervantes y su obra, entre la que las "Novelas Ejemplares" tienen un destacado protagonismo y de ellas "Rinconete y Cortadillo", perteneciente al género picaresco.

La acción de "Rinconete y Cortadillo" se desarrolla en Sevilla. En el lugar conocido como el Patio de Monipodio, "un pequeño patio ladrillado, y de puro limpio y aljimifrado (acicalado) parecía que vertía carmín de lo más fino. Pero lo más curioso del Patio no era su aspecto, sino los variopintos personajes que lo poblaban, pertenecientes a diferentes oficios. Sede de ladrones y tunantes de Sevilla. A ese lugar, cuyo nombre pertenecía al dueño del mismo, llegaron Rinconete y Cortadillo de la mano de uno de los que por allí pululaban. Al que le preguntaron:

–¿Es vuesa merced, por ventura, ladrón? –Sí, respondió él–, para servir a Dios y a las buenas gentes, aunque no de los muy cursados; que todavía estoy en el año del noviciado. A lo cual respondió Cortado: –Cosa nueva es para mí que haya ladrones en el mundo para servir a Dios y a la buena gente. A lo que respondió el mozo: –Señor, yo no me meto en teologías; lo que sé es que cada uno en su oficio puede alabar a Dios, y más con la orden que tiene dada Monipodio a todos sus ahijados. –Sin duda , dijo Rincón, debe de ser buena y santa, pues hace que los ladrones sirvan a Dios. –Es tan santa y buena, replicó el mozo, que no sé yo si se podrá mejorar en nuestro arte.

Cuando Cortadillo, interrogado luego acerca de si conocía más formas de robar que "la treta que dicen mete dos y saca cinco", respondía que no. Monipodio le replicó: "No os aflijáis, hijo, que a puerto y escuela habéis llegado donde ni os anegaréis, ni dejaréis de salir muy bien aprovechado en todo aquello que más os conviniere".

Alguien se preguntará a que viene tanta disquisición literario-cervantina. Pues viene a colación, porque actualmente la política, que tendría que ser también "acicalada y limpia", no parece que esa sea su labor. Mejor, diré, alguna política y algunos (muchos y muchas) personajes, de esa clase de política, que no quieren el acicalamiento ético. Lo que pretenden es normalizar la corrupción tanto en su quehacer político como por extensión a la sociedad española, frivolizando sus corruptelas y extendiendo su mierda y vileza, a diestra y siniestra. Tienen en su haber, como método político, no solo la corrupción, también la mentira y la calumnia. Efectivamente, a buen puerto llegan algunas y algunos para salir "muy bien aprovechados en todo aquello que más les conviene".

Cuesta trabajo y se hace muy cuesta arriba, comparar el patio de Monipodio con algunos pasajes, demasiados y cansinos, como son los actos de corrupción y de escándalos de una clase de política, que tiene nombre y apellido. En aquel siglo XVII Cervantes nos cuenta, mediante los personajes de Rinconete y Cortadillo , cómo era el hampa que tenía sus ordenanzas y que el jefe Monipodio interpretaba y obligaba a que el resto aceptara sin más. De tal manera que uno de ellos, comenta que es ladrón "para servir a Dios y a las buenas gentes". ¿Será esa la respuesta que darían los corruptos y las corruptas, cuyo tufo llega desde Madrid al resto de España? Porque, esa banda del Monipodio político, dícense creyentes y servidores de Dios. Siendo, además, representantes de las buenas gentes que los votaron, en su momento.

Patio de Monipodio es la expresión que ha quedado para aludir al lugar donde se reúnen maleantes de todo tipo. Maleantes, es fuerte decirlo, aún no me atrevo a tal sustantivo, pero que el camino que se lleva, en cierto segmento de la política, parece el correcto para tal aserto, es posible.

Lo expuesto hasta aquí está en la opinión pública, porque la indignación, perfectamente comprensible y legítima, que está causando en la ciudadanía las últimas noticias sobre la supuesta corrupción en la política española, y que las comisiones parlamentarias, ya constituidas, intentarán dilucidar, es un constante desprecio a la ciudadanía.

Trabajadores y jubilados, junto con jóvenes y demás integrantes de la aplastante mayoría social sometidos al albur del mercado del trabajo; al paro; a la carestía exponencial de la cesta de la compra; a la especulación de la vivienda; al recorte de derechos ( ley Mordaza), todos, vemos con asombro cómo los que nos piden paciencia y solidaridad siguen llenándose los bolsillos a nuestra costa. Es verdad que hay personas en los distintos niveles del poder, que no entran en los parámetros de la corrupción; pero los que participan de lo contrario sí fomentan el descrédito de quienes se dicen representantes de la ciudadanía. Propiciando, además, que las leyes tengan menos valor que sus amaños y su basura. Imponiendo la arbitrariedad y la injusticia como normal y natural. Con lo cual, Al Capone se impone a Montesquieu.

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