Opinión | Ventana indiscreta

Harto... ya me cansé

Hastío de noticias falsas, de hipocresía, de corrección política

El cantautor catalán Joan Manuel Serrat, reciente Premio "Princesa de Asturias" de las Artes 2024, tiene entre sus canciones una que puede ser modelo de reflexión del fastidio que tal vez estemos sufriendo en el cuerpo y en la mente, con las últimas florituras de la política hispana: "Harto ya de estar harto, ya me cansé…" ("Vagabundear"), es la canción a la que me refiero, sobre el estado anímico al que la situación política actual somete al personal patrio. En honor a la verdad, hay diferencias éticas, entre el espécimen político, que juega a ver quién es más necio y manipulador.

Es posible que sea la edad que uno tiene la que haga del hartazgo un elemento de cansancio más mental que físico, aunque también, por aquello de "mens sana in corpore sano". Porque sí –claro- que estoy harto de bastantes cosas. La falta de respeto hacia los demás por parte de quienes piden tolerancia y, sin embargo, no toleran la discrepancia con ellos y ellas, adobando esa insuficiencia cerebral que muestran, con el insulto, es la más insoportable y dañina.

Porque estoy hastiado del tsunami de noticias contradictorias y cambiantes, con un sensacionalismo grosero que intenta infantilizar las mentes con el engaño y la mentira. Harto de que todo el año sea electoral, de unas encuestas hechas en función del pagador de las mismas y cuyos pronósticos van desde expectativas, que luego no se cumplen, hasta amenazas que sellan la boca y la mente de la persona.

Estoy harto de esos discursos y de esas declaraciones, que manifiestan ideas de incitación al odio, justificando el mismo, junto con la violencia ejercida hacia los colectivos "odiados". Son los mismos personajes de la política, de un sector de ella, quienes, con el "culo cagado", se muestran abanderados de ese odio que lleva al ser humano a manifestar su peor cara. Con la complacencia de algunos medios de comunicación que, buscando el sensacionalismo y la venta, apoyan y jalean a quienes, sin embargo, no son ejemplo de nada. Harto de que el respeto la tolerancia y la libertad se entiendan como principios bastardos, en boca, precisamente, de un pensamiento que sí es bastardo.

Me cansan los machistas y los homófobos; los racistas y los xenófobos… El cinismo de algunas instituciones, como la Justicia, con sus "errores" y el estómago agradecido a quien paga. Me cansa y harta la nunca acabada explotación en el trabajo y los salarios de miseria.

Harto de los fundamentalismos de cualquier religión y de las religiones. De los que se ríen impunemente de las desgracias de los demás. De la hipocresía y de las estupideces, que sin despeinarse muestran algunas mentes enfermas. De que hablen de libertad, los que no la practican, pero la quieren para ellos y ellas. De los que utilizan la democracia, solo para su ascenso personal y social.

Harto de la corrección política; de esa moralina de "monja del pellizco" que solo admite la corrección en su campo ideológico, pero escupe en el que no comparte. De que no exista verdadera libertad de expresión. De la mala educación, que hay mucha y ensucia al resto. Harto de los llamados intelectuales (algunos y algunas) que van de moralmente solventes, pero que su capacidad de solvencia y de intelecto está en función del mejor postor.

Pero la "fartura" llega a sublime con el cenutrio, sea hombre o mujer. El tal denominado así es alguien completamente estúpido, lerdo y zoquete integral. Es animal bípedo, pero no gran cosa. Tiene un aspecto corriente. No obstante, su capacidad de inteligencia es, según experiencias, muy escasa. La estulticia del comentado animal llega a dar el voto a quienes siembran miseria y mierda, de tal manera que la sociedad se convierta en un erial. En pensamiento yermo. Y que de progreso se pase a hipogreso.

Un pensamiento que manifiesta una pertinaz resistencia al aprendizaje, con una lealtad a sí mismo que le hace exponer, sus comentarios e interpretaciones de las cosas de modo espurio lleno de mentiras, calumnias y todo con la chulería típica de aquel que se supone en posesión de la verdad. Nunca se equivoca. Es la "hipogresía ", de una derecha que se dice demócrata. Cuyo fin es, un solo partido, un solo periódico y un solo pensamiento.

En las antípodas de ese hipogresismo, está la progresía de verdad, la que no desfila por la pasarela del postureo, sino que lo hace por los principios de la verdad, de la libertad. Tiene la mente abierta, lucha y quiere el progreso, se exige coherencia, respeto, libertad individual, pensamiento crítico, tolerancia y democracia real. Está, para que se entienda, al otro lado de la mesa política e ideológica.

Aun después de lo dicho, de este desahogo apoyado en el "Harto ya de estar harto…" del inmenso Joan Manuel Serrat, procuraré no caer en la hipogresía ni en la hipocresía. De no cansar. Hasta que el cuerpo aguante… Buen verano, tengáis.

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