Opinión | Dando la lata

Pantalla negra

Entonces, sin previo aviso, sin señales de que algo iba mal, al móvil le da un jamacuco y se queda catatónico, como muerto. Ni un golpe, ni un mal meneo, ni un maltrato. Pantalla en negro fúnebre y nula respuesta a mis intentos de reactivación. Pulsa aquí y allá, enchufa y desenchufa, conexión al ordenador a ver si así espabila. Nanai.

Escudriño en internet y hallo diversos remedios que parecen prometedores. Improviso una danza arapahoe a su alrededor, lo froto suavemente con una hoja de lechuga remojada en infusión de jengibre, lo acuno cantándole una nana. No dan resultado. Rebusco más en el ciberespacio y doy con un supuesto experto que recomienda lanzarlo ventana abajo y, en el probable caso de que se mate del todo, hacerse con un sustituto. De momento, su protocolo de resolución del problema queda descartado.

Qué idiotas y dependientes nos hemos vuelto, que te quedas sin móvil y entras en un creciente estado de ansiedad. ¿Y ahora qué hago yo? – te preguntas dándole vueltas al artilugio, pulsando botones compulsivamente, con los ojos clavados en la negra pantalla esperando indicios de vida, respuestas, explicaciones.

Pues necesité un buen rato, como un par de horas o así, para que el cerebro asimilara la situación y se pusiera en modo "sin móvil", que se hace extraño, como cuando andas por ahí con la sensación de que te falta algo, de haber olvidado lo que debías tener presente, las llaves de casa, el mando del coche, esas cosas.

Es, ciertamente, una faena, porque el móvil ha escalado a la categoría de herramienta de trabajo, medio de pago, asistente, tramitador, agenda y memoria auxiliar. Y, en los supuestos más graves de dependencia, apéndice de uno mismo.

Dos días después, afirmo que la supervivencia sin tu móvil es factible. Se hace engorroso al principio, pero la parte analógica del ser humano sale del letargo y se recuperan hábitos que parecían perdidos, como apuntar con un boli, memorizar o fijar la mirada en algo que no sea una pantalla.

Suscríbete para seguir leyendo