Opinión | A mi aire

Turismo

Consecuencias y problemas de la masificación turística

Se acabó junio y por variar con un orbayu persistente de esos que a lo suave te ponen pingando casi sin darte cuenta, que en este caso fastidió un par de días las fiestas patronales de La Felguera y en San Juan en Mieres donde ya es más tradicional se salvó por los pelos. Algo natural esto en nuestra Asturias, pero que fuera de nuestras fronteras cuenta con numerosos adeptos, que junto con el "fresquito" les encanta.

Esta situación se produce metidos en harina de los meses vacacionales por excelencia como son julio y agosto e incluso septiembre, y con cambio radical de los gustos del turismo de sol y calor que hasta ahora imperaba. Asturias hace tiempo que comenzó a recibir un flujo de visitantes que en numerosos lugares multiplican los límites de las poblaciones que son capaces de absorber.

Obviamente, independiente de los lógicos beneficios económicos para los lugares visitados y su entorno, conllevan un conjunto de incomodidades que hacen que comience a existir una especie de "turismofobia" entre los lugareños. La ola de protestas ya se extiende por todo el país.

Todos somos testigos de la masificación salvaje que ocurre no solo en los lugares más emblemáticos de nuestra región, así como en otros que hasta hace poco se podían considerar casi "vírgenes",

También habría que incluir las consecuancias de sufrir a personas incívicas –no muchas– pero que no tienen respeto por el entorno ni por nada.

Lo cierto es que ya existe malestar entre los foráneos e incluso muchos se quejan de ser extraños en su tierra y no poder acudir a determinados lugares con su familia porque se asemejan a los Sanfermines.

Resulta un tanto difícil conjugarlo todo. E incluso algunas autonomías ya cobran una tasa –siempre van a lo fácil– que dudo que esta sea la solución, y a ver quien ye el guapu que por visitar Covadonga o los Lagos le diga a un asturianu que pase por taquilla.

Suscríbete para seguir leyendo