Opinión

Cuando los números mandan

Del DIFAS a Taylor Swift

Somos esclavos de los números: las cifras y los datos mueven el mundo.

La semana pasada viajé a Madrid por motivos laborales y me encontré con una ciudad colapsada debido a la actuación de la cantante Taylor Swift. Más de 25 millones de euros era la cifrada que marcaba el impacto económico que estos conciertos iban a dejar en la capital. Pero justo una semana antes se vivía en Gijón otro evento multitudinario, el Día de las Fuerzas Armadas (DIFAS), que según lo publicado el impacto económico en la ciudad ascendía a casi 11 millones de euros. Y unos días antes, una exposición batía récord de asistentes en su inauguración: Laboral Centro de Arte exponía a Rodrigo Cuevas abarrotando el Centro con la celebración de una romería.

Vivimos en una sociedad obsesionada con los números y la cultura no se libra, cualquier actividad mide su éxito en función de las cifras que genere: número de visitas, venta de entradas, métricas de alcance… Todo se mide en cifras y datos. El éxito personal y profesional se ha vuelto sinónimo de alcanzar ciertos números: seguidores en redes sociales, ingresos económicos, volumen de ventas… Vivimos en una sociedad donde mandan los likes, este es el indicador que traduce la calidad, el triunfo o la valía.

La obsesión por los números nos convierte en esclavos de ellos. Nos presiona a buscar constantemente la validación externa a través de cifras que supuestamente reflejan nuestro valor y éxito. La calidad de nuestro trabajo o nuestras relaciones personales pasan a un segundo plano, lo que prima es "enséñame tus números y te diré cuanto vales".

Pero volviendo al inicio, estos últimos años estamos viviendo el auge de los festivales, el evento estrella de la temporada estival. Y no lo critico, al contrario, considero que para una ciudad es importante el impacto positivo que genera, tanto económico como de imagen. Eso sí, no nos podemos olvidar de las producciones culturales pequeñas que son una parte fundamental del tejido cultural de cualquier sociedad y que no solo aparecen al calor del verano atraídas por el turismo, sino que apuestan por estar presente todo el año para dinamizar la cultura en nuestras ciudades.

Apoyar este tipo de actividades es verdaderamente importante, ya que suelen ser un espacio para la experimentación y la innovación, donde se pueden explorar nuevas ideas y enfoques creativos que no siempre tienen cabida en los grandes eventos comerciales. Esto también contribuye a enriquecer el panorama cultural y a fomentar la diversidad de expresiones artísticas de nuestro entorno que suelen ser un reflejo más auténtico de la realidad social y cultural de una comunidad.

Y como conclusión me gustaría recordar cuáles son los números que de verdad importan, los que tienen que centrar todos nuestros esfuerzos: las cifras económicas como el PIB, el empleo, la inversión extranjera directa y el crecimiento del sector empresarial. Estos números sí son fundamentales para evaluar el éxito de una ciudad porque son lo que nos proporcionan una visión clara de la salud económica de un lugar y su capacidad para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Detrás de cada número hay personas, emociones y experiencias que no pueden ser reducidas a simples cifras. No nos deshumanicemos tanto.

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