Opinión | Nuevas epístolas a "Bilbo"

Otros cuentinos (II)

Lecturas y lecciones

El chafardero

El chafardero, un auténtico "crack", lo mismo vendía cachivaches que actuaba como guía turístico en la visita al monasterio de San Zoilo. La demostración no se produjo en Carrión sino unos kilómetros antes, en Osorno. El autocar recaló en el hostal-restaurante Los Chopos, como señalaba, a unos veinte kilómetros del destino. En ese punto los apeó a eso de las diez de la mañana y no los cargó otra vez hasta las cuatro de la tarde. Entre desayuno y almuerzo, como quien dice entre pecho y espalda, Ángel Luis, que así se llamaba el embaucador profesional, extremeño de Plasencia, tuvo tiempo y maña para vender baterías de cocina de acero inoxidable fabricadas en Sielgen (Alemania); robots de cocina parlantes; juegos de tres sartenes con culos de cerámica de distintos tamaños (las sartenes y los culos), a 100 euros dos juegos si se adquirían en el acto y se pagaban al contado; colchones viscoelásticos; somieres eléctricos; sillones reclinables con dos mandos; cojines de pura lana virgen merino; plantillas, también viscoelásticas, a 10 euros el par… El material viscoelástico –todo era viscoelástico– tenía que ser la repera, la reoca, la repanocha, aunque no se detuvo a explicar la composición y virtualidades de la materia prima. Lo que, al final, dejó turulato a nuestro excursionista fue la explicación articulada por el chafardero de Plasencia para vender por la módica cuantía de 1.500 euros el conjunto compuesto por el somier y el colchón, por supuesto viscoelástico. Argumentó el extremeño que una persona de sesenta años –está verificado científicamente, aseguró– se ha tirado veinte durmiendo en una cama. El dato, así expuesto, al término de la demostración, con el estómago otra vez ansioso, lo azotó, penetró como un látigo en medio del dicharachero sopor. Lo que nuestro candoroso excursionista discurrió en aquel momento de debilidad se resume en que la vida le adeudaba, calculando por encima sin ponerse en plan exigente, veinte años de existencia consciente y otros seis y medio de sueño reparador. Esa lección, esa hueca esperanza compró.

El mundo es un pañuelo

Una lectura prosaica, de andar por casa, de "El Ramayana" o "Hazañas de Rama", obra de Valmiki el sabio: Si Rama no representa otra idea que la encarnación de Visnú; Mahoma, el profeta predilecto del dios Alá; Abraham, el patriarca ungido del dios Jehová; y Jesucristo, como se sabe, otro dios hecho carne, entonces el mundo mayor (macrocosmo) y el mundo menor (microcosmo) son idénticos pañuelos de usar y tirar.

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