Opinión

Nivel impositivo español

El reparto de la carga fiscal

La Unión Europea ha reiterado recientemente que España tiene un problema fiscal estructural, es decir, un problema que se viene acarreando desde hace varios años y que consiste en que sistemáticamente sus ingresos fiscales son menores que sus gastos, o dicho en plata que tiene impuestos insuficientes. En los tres últimos años se ha producido un incremento de los ingresos fiscales, pero estos se han generado principalmente por motivos coyunturales, es decir puntuales y no sostenidos, básicamente por el aumento de la inflación que no ha conllevado una deflación paralela del IRPF y por la subida del PIB.

En efecto, los datos confirman el déficit crónico de nuestro sistema fiscal. Según Eurostat, al cierre de 2023 España era el cuarto país de los 27 de la Unión Europea (UE) con más deuda pública acumulada. En dicho año sus ingresos fiscales totales, incluidas las prestaciones sociales, están en el puesto 17 de los países de la UE alcanzando el 42,8% del PIB. Pero nuestros gastos del mismo año también son bajos comparados con el resto de la UE, siendo del 46,4% del PIB y estando en el puesto 16 del ranking. Sólo comparando estos dos últimos indicadores se observa el déficit que alcanza en 2023 el 3,6%, ascendiendo en 2022 del 4,7% del PIB. El déficit público supone pasar a periodos futuros tanto la obligación de asumir la parte de los gastos actuales incurridos gracias a dicho déficit como el coste adicional de los intereses de la deuda pública que aumenta con el mismo.

El déficit público en España viene de muchos años atrás y como se ha indicado es algo estructural y no puntual. La presión fiscal de 2023 en España alcanzó 271.935 millones de euros lo que ha ascendido al 15,4% sobre la base imponible (principalmente rentas personales, beneficios empresariales y ventas), lo que supuso 2 décimas más que el año anterior principalmente por la denominada "progresividad en frío" que es la subida impositiva por el ajuste de sueldos y pensiones por la inflación sin que se produjese el correspondiente ajuste al IPC en los impuestos. El tipo medio de los salarios fue del 16,8% y el de las jubilaciones el 9,6%. La presión fiscal global en España está entorno al 38% del PIB, lo cual es 3,6 puntos porcentuales menos que la media europea, es decir, casi un 10% inferior.

Hay un hecho sorprendente que se deriva de la composición de quienes pagan en IRPF. Según la Constitución, el sistema tributario español descansa en la progresividad. Sin embargo, diversos análisis apuntan a que el tipo impositivo medio que soportan los más ricos está muy por debajo de lo que en teoría les correspondería. En concreto el 1% más acaudalado tributa sobre la renta con un gravamen inferior al del resto de contribuyentes, incluyendo a aquellos que están dentro del 20% más pobre, según un estudio de febrero de este año de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). En este sentido, no es de extrañar que según un estudio de Oxfam de abril de 2024 el 60% de los españoles considere que la clase más adinerada y las grandes empresas pagan muy pocos impuestos, mientras que los trabajadores incluidos los autónomos soportan una carga mayor en términos comparativos.

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