Opinión

Articulista, practique la autocensura

Los planes del Gobierno para acallar las voces críticas

Periódicos en la rotativa de LA NUEVA ESPAÑA.

Periódicos en la rotativa de LA NUEVA ESPAÑA. / Miki López

A lo largo de la historia, cada vez que un gobierno ha emprendido una cruzada contra la prensa en un estado democrático ha perdido la batalla. Esa tentación existe en perjuicio de quienes se manifiestan diariamente contra los desmanes del poder, cuestión que en este país y con este gobierno concita titulares casi todos los días. De esos lodos procede el sorprendente empecinamiento de Pedro Sánchez en controlar lo que ha venido en llamar “pseudo medios”.

El asunto quedaría en un aviso amedrentador para navegantes incautos si no fuera porque el presidente del Gobierno ha anunciado que presentará en julio “un plan de acción democrática” que incluye la modificación de la ley orgánica sobre el derecho al honor y la rectificación. Eso ya suena a palabras mayores, si el fin último del sátrapa es amordazar, siquiera con lazo fino, a la libertad de expresión. Mal asunto, si con la excusa de combatir los bulos y el “fango” se busca restringir la libertad de prensa.

Lo que ambiciona Sánchez, reciente Torquemada de artículos de opinión a la hoguera y listas negras de periodistas independientes a los que condenaría al ostracismo si pudiera, no es la censura previa sino la autocensura. Es consciente de que el empeño por acallar voces por la vía legal a su antojo se le escapa, que existe en contra de ese afán suficiente jurisprudencia en el Supremo. Pero resulta razonable pensar que sea su pretensión bajar la gradación del vino crítico para convertir los caldos rotundos en zumos de mosto, azucarados por insípidos. Trocar la crítica por el halago.

De culo van quienes pretendan, por propio interés, que la prensa dé la callada por respuesta. Olvidan los paladines del chapoteo en la ciénaga que los periodistas no pasamos páginas: las escribimos. Y lo vamos a seguir haciendo.

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