Opinión

Tomé y Adrián no saben qué hacer con la basura

Soluciones para resolver la colmatación del vertedero de Cogersa en Serín que ningún grupo político quiere asumir

A finales de mayo LA NUEVA ESPAÑA informaba de la reunión de los diputados del Grupo Mixto de la Xunta, Covadonga Tomé, proveniente de Podemos, y Adrián Pumares, de Foro, con representantes de una plataforma opuesta a la quema en el futuro de los sobrantes de la basura (CSR) del vertedero central en la hasta ahora térmica de La Pereda, uno de aquellos inventos, la central, de los acuerdos Cascos-Villa-Hevia.

Naturalmente, ambos diputados apoyaron las pretensiones de los ciudadanos que recibían. (Es cosa curiosa, por cierto, el que todos los diputados y grupos políticos apoyan las pretensiones de cualesquiera ciudadanos o grupos que giran visita para exponer sus pretensiones o reclamaciones. Otra cosa es lo que ocurre después, pero eso ye fariña d’otru costal).

Lo pintoresco ha sido una de las afirmaciones de los diputados en relación con la demanda y con el problema de la basura, en general: «Barbón no sabe qué hacer con la basura». Démosles la razón. ¿Pero y ellos? ¿Cuál es su receta para la gestión de la basura? Escuchemos. Ninguna, no tienen ninguna. Lo mismo que no la tiene IU, ni cuantos otros grupos o ayuntamientos se manifiestan en contra de cualquier solución. ¡Hombre!, sí, todos hablarán de reciclar más, para lo que habrá que hablar con los ciudadanos, ¿pero después qué?

La situación es la siguiente: el vertedero de Asturies, ya ampliado varias veces, está a punto de colapsar. Recientemente, a principios de año, se inauguró una planta para la separación de basura bruta, a fin de aliviar el vertedero y afinar el reciclaje, planta que, como saben, está ahora en desuso por un incendio en abril de causas desconocidas.

Vayamos más atrás. Desde los primeros años de este siglo, la Administración asturiana planificó, en sucesivos planes territoriales, la construcción de una incineradora para dar solución al problema de la gestión de los residuos urbanos. Diversos recursos de organizaciones ecologistas retrasaron los planes. Fue, finalmente, la necesidad de pactos del Gobierno socialista lo que obligó a eliminar del planeamiento la incineradora.

Señalemos que la incineración –cualquiera que sea– es vista como el mal de los males por ciertos agentes sociales e, imbuidos por el miedo, por muchos ciudadanos. Ahora bien, uno se pregunta por qué en otras comunidades españoles y en grandes ciudades europeas puede haber incineradoras y aquí no.

Y para que ustedes vean cuánto ruido interesado hay en todo esto, tomen nota de las palabras de Alejandro Suárez, secretario de estrategia de IU y, por lo tanto, conmilitón de la IU que gobierna Mieres, que está en contra de la quema de CSR en La Pereda, y de tantos que se manifiestan en ese sentido: «El CSR no es basura, los que dicen que quemarlo es quemar basura mienten para sacar votos mal informados». Me abstengo de comentarios, salvo el de señalar la honradez y valentía de don Alejandro.

Ahora, hacia delante. En poco tiempo, el vertedero de Serín ya no tendrá más capacidad. ¿Cuáles son las soluciones que se vislumbran? La primera, buscar un nuevo vertedero para muchos años. Dónde ubicarlo, cuál sería la oposición vecinal, cuáles los costos de su implantación y del traslado diario allí de la basura –porque, evidentemente, no cabe pensar más que en una zona muy alejada de los grandes núcleos de población– son cuestiones no menores. La segunda sería la de un vertedero pequeño y el traslado de la basura para su incineración fuera de Asturies, planteamiento que parece inviable solo por los costos. La tercera sería aquella que se desechó, la incineradora, a la que seguramente habremos de llegar con el recitado de aquellos versos de Quevedo: «De ayer te habrás de arrepentir mañana, y tarde y con dolor serás discreta».

No tienen soluciones, es cierto, pero sí silencios. ¿A que nadie les cuenta los costos, tanto los directos como los indirectos, con que las dilaciones, los «inventos» y el escapismo sobre la materia hurgan en el bolsillo de los ciudadanos?

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