Opinión

Morir ye un momento

Un canto a la vida

No acababa de comprender por qué aquellos compañeros mayores se empeñaban en leer las esquelas a diario. Ahora sí.

Hay una edad en la que, no ya admitas estar de prestado, sino que consientes estar de paso tras ir deshojando la margarita de la vida, pétalos o amigos de los que te van informando que se han ido.

Algo se muere en el alma cuando un amigo se va.

La completud del ser humano es su propio género, su prójimo, que va desde el parentesco a la filiación incluida la amistad.

De ahí que usemos la libertad como clave de identidad, del ser.

Es verano y tiempo de bicicletas, claro está. Pero los tanatorios desarman nuestro crono diario cuando nos convocan al pésame, sentido. Obligado, vas descubriendo nuevas desapariciones que ignorabas.

Y tú, convidado de piedra, te conviertes en el tallo de esa margarita, en un Jorge Manrique intentando aclarar el vacío que dejan los seres amados, personas que aprecias.

Tanto intentamos descifrar la vida para que se explique en una palabra, libertad.

La muerte no será el final pero quita la libertad de vivir a nuestros seres queridos.

Como morir ye un momento, es necesario revisar nuestro estrés diario, ser delegación de los que se nos han ido mostrando la alegría de la vida, en definitiva de la libertad que ellos dejaron de poseer, nosotros aún la poseemos.

"Ver de cuán poco valor son las cosas tras las que andamos y corremos...".

Deberíamos, sin falsa modestia, encarnar el espíritu de toda es completud que heredamos de los ausentes, que no vacío, y mostrar ante nuestro prójimo, sobre todo a huérfanos, viudas o padres dolientes, que en ellos mismos está la persona ausente, teniendo como principio dar continuidad a la vida en esa completud para que nadie se sienta solo.

Es complicado pero posible: un canto a la vida de los que aún tenemos voz.

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