Opinión

Kiko Vega y Roland Guti, dos héroes

El deportista rescató a un pescador que había caído el río y el camarero salvó a un cliente que se había atragantado

Roland Guti –izquierda– y Kiko Vega.

Roland Guti –izquierda– y Kiko Vega. / J. M. Carbajal

Hace unos días aconteció un trágico accidente en la cuenca del Cares-Deva, falleciendo un pescador. A raíz de ese fatídico desenlace me vino a la memoria lo que había ocurrido apenas unas fechas antes en el río Sella, concretamente en el coto La Barca, en las cercanías de Cañu, donde unos deportistas practicaban la pesca fluvial acompañados por un conocido, sellero y cangués, además de ribereño y deportista.

Todo transcurría con absoluta normalidad, con los pescadores forasteros, asiduos al río Sella desde hace bastantes años, simultaneando ratos al salmón y otros instantes a la trucha, incluso practicando uno de ellos la especialidad de pesca sin muerte; es decir, captura y suelta. Pero, al filo del mediodía, el acompañante cangués de los visitantes hubo de dejarles solos al tener que desplazarse a otro lugar de la zona para realizar unas gestiones personales que no podía dejar pasar.

A los pocos minutos de emprender camino hasta el lugar en el que tenía estacionado su vehículo empezó a escuchar gritos y creyó, en un primer momento, que habían prendido un salmón. Las voces seguían –estaba a escasos 200 metros de distancia–, lo que le hizo pensar que algo no iba bien, por lo que regresó a la carrera. Llegó y se encontró con uno de los pescadores flotando en el agua, cara abajo, inmóvil. No se lo pensó dos veces y se lanzó a rescatarlo, sacándolo del agua con ayuda del otro acompañante.

Seguidamente, ambos procedieron a realizar unas tareas de reanimación y, afortunadamente, lo consiguieron. Llamaron a los servicios de Emergencia y el pescador que había sufrido la indisposición fue trasladado a un centro sanitario para ser sometido a observación. Horas después, tras recuperarse, sería dado de alta, poniendo los forasteros rumbo a sus respectivos lugares de origen. Todo, gracias a Dios, quedó en un susto, al fin y al cabo. Y en parte, merced a la rápida actuación del ribereño cangués que les acompañaba ese día de pesca.

Lo quiero hacer público y, vaya por delante, seguro que no le gustará nada esto que escribo al héroe de ese día en la cuenca de Sella. Pues, sí, fue Kiko Vega Suárez, el palista internacional de la SCD Ribadesella y cuatro veces campeón del Descenso Internacional del Sella, quien se lanzó al agua para rescatar al pescador. Todos mis respetos a Kiko, al que me acabo de encontrar en la calle con su piragua en mano para entrenar en el Sella. No podía dejar pasar más tiempo sin contar esta pequeña historia y tu gran gesto.

Del mismo modo quiero dedicarle unas líneas a otro cangués de pro, igualmente buen deportista en su juventud –llegó a militar en las categorías inferiores del Sporting de Gijón y también en juveniles del Real Oviedo, sin olvidar el Cánicas AC, entre otros clubes de fútbol–, quien trabaja, actualmente, como camarero –es uno de los mejores escanciadores del área de influencia de la comarca de los Picos de Europa–, concretamente en el mesón Puente Romano, a la vera del Sella. Muy buen profesional, amable y atento con toda la clientela, un referente en el mundo de la hostelería.

El asunto de fondo es que un cliente sufrió un atragantamiento cuando estaba en el citado establecimiento, el pasado fin de semana. Ni corto, ni perezoso, el camarero acudió rápidamente a prestarle ayuda. Ejecutó la maniobra de Heimlich para desobstruir el conducto respiratorio, que estaba bloqueado, y logró que expulsara el cuerpo extraño. Por fortuna, la efectividad de esa técnica y la decisiva actuación del camarero, junto a otro compañero, acabó salvando una vida. Y el héroe tiene nombre y apellidos: Rolando Gutiérrez Nava, al que todos conocen como "Roland Guti". 

En la tarde del miércoles, fui testigo , mientras tomaba un café, de cómo se fundían en un emotivo abrazo el camarero y el cliente que había padecido el infortunio. Transcurridas apenas unas horas de la secuencia del abrazo, solo me queda decir públicamente: hacen falta más personas como vosotros, Kiko y Roland, en estos tiempos de incertidumbre y turbulencias. Por todo ello, mis felicitaciones a ambos –ya os lo dije en persona– y que todo el mundo se entere de vuestras valientes, acertadas y decisivas actuaciones. Gracias, muchas gracias, sois un verdadero orgullo para Cangas de Onís y, por extensión, para todo el oriente del Principado de Asturias.