Opinión

Dron israelí en el Bombé

No vi los aviones supersónicos que sobrevolaron Oviedo, los oí. Me encontraba en una gestoría, en la calle Santa Susana, y por un momento supuse que llegaba el AVE por el subsuelo. Recordé que estábamos celebrando los días de las Fuerzas Armadas, donosa está la milicia, y fui al Paseo del Bombé. Al final, donde el Palomar precisamente, me detuve ante un avión, un Uav Orbiter 3B, no tripulado.

Leí su ficha técnica: "Pilotado remotamente. Motor eléctrico, silencioso. Dimensiones: 4,30 x 1,50 x 0,5 m. Peso: 32 Kg. Velocidad máxima 100 Km/h. Altura máxima: 5.500 m. Autonomía: 360 minutos. Rango: 100 Km. Despegue: por lanzadera. Allí lo vi, montado en la lanzadera, apuntando al palacio de Calatrava. Aterrizaje: paracaídas de recuperación y airbags".

–¿Cuánto cuesta? –pregunté como si estuvieran en venta, o más bien, como si yo hubiera contribuido al pago.

Tras insistir, un sargento me dijo que un millón de euros.

–¿Un millón? –puse el grito en el cielo.

–Sí, pero con todos sus complementos: aeronave, cámaras, sistema de lanzamiento, terminal, cargadores, baterías, sensores electroópticos, estuches...

–¿De dónde vienen?, ¿son importados?

–Sí, de Yavne, Israel, de la empresa Aeronautics.

–¿Para qué se utilizan?

–En misiones de inteligencia, vigilancia, reconocimiento, protección, conflictos de baja intensidad, operaciones de guerra urbana y para el concepto de operación "sensor to shooter", es decir, enlazar las coordenadas del blanco con el arma.

En fin, no es dinero un millón. Serví en el Ejército como alférez zapador y nunca sentí que fueran las armas un fraude a la esperanza, al contrario. Eso sí, como decía el impío Baroja, que el ejército no sea más que el brazo de la nación, nunca la cabeza. Cuidado, soldados, no os convirtáis en demonios en viéndoos con la espada, o con el dron.

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