Opinión

Apunte rápido sobre los posibles usos del Monasterio de Cornellana

La idoneidad del emplazamiento del Monasterio de Cornellana en la confluencia de los ríos Nonaya y Narcea fue clave en el origen de este cenobio, y ese mismo enclave estratégico en nuestros días, donde convergen diversas vías de comunicación entre las que cabe destacar la autovía A-63 y la vía que comunica el suroccidente y la costa asturiana, ha de despejar algunas incógnitas sobre los usos que se puedan dotar al edificio, ya que esta ubicación puede aportar beneficios en todos los ámbitos. Es precisamente el uso algo que ahora, en su fase de recuperación, y a pocos días de cumplirse el milenario de la fundación, lo que trae de cabeza a los promotores.

En mi opinión, los usos debían haberse establecido en el origen y principio de la rehabilitación para desarrollar un proyecto que los tomase en cuenta y adecuar las instalaciones a unos fines concretos para no tener que redefinir espacios o modificar a posteriori, con mayor inversión, algo que no se había planteado. Y es al recordar mi paso por la región francesa del Loira, hace unas tres décadas, cuando visité un desbordante edificio en el que se había instalado un centro de arts et metiers, es decir, de artes y oficios, del que salí como si hubiera accedido a otra dimensión, que pienso ahora en el Monasterio en Cornellana.

Es de sobra conocido que la formación profesional está en alza y que, con independencia de cursar una carrera superior, es cada vez, con razón, más demandada en nuestro sistema educativo, más competitiva y de calidad para cubrir demandas de empleo con profesionales bien formados. A todo esto, pensando en las III Jornadas de Historia y Cultura Campesina que bajo el título “Arquitectura popular” se celebraron el pasado año en Salas, en las que se puso de manifiesto la carencia de profesionales verdaderamente cualificados para intervenir en la arquitectura vernácula y popular, así como en construcciones que tengan un interés histórico, considero que una buena propuesta para el monasterio sería la de implantar en él un centro de formación, no solo para cualificar a los alumnos en trabajos imprescindibles, y de enorme importancia para la recuperación de una arquitectura que cada día se desmorona a nuestro alrededor, sino para la formación de profesionales que intervengan en el patrimonio cultural y en la gestión que de todo este ámbito se pueda hacer.

Pero no solo eso, ya que existe superficie para ser más ambiciosos: cualquier implantación educativa que se pueda plantear con la Consejería de Educación en Asturias, con el Ministerio de Educación y Formación Profesional, en materias de hostelería, industrias alimentarias, instalaciones y mantenimiento, nuevas tecnologías, etc., podría repercutir muy positivamente en el contenedor para su mantenimiento futuro y en las salidas profesionales a muchas generaciones que tendrían a su alcance una localización inmejorable para acceder a un centro de estudios que les sensibilizase sobre la trayectoria a seguir y disponer de un entorno que es en sí mismo un laboratorio donde aplicar todo el conocimiento que emana de las aulas para una aplicación inmediata. A esto se une la dinamización del tejido comercial de Cornellana y de todas las sinergias que puedan establecerse dentro y fuera del municipio y más allá de la propia comarca.

Apostar en educación siempre es la mejor inversión; pensemos en la cantidad de personas que pueden acceder diariamente a un centro para formarse. Los usos complementarios del Monasterio de Cornellana, como apunté en su día, han de pasar por una buena gestión cultural que ofrezca valor, innovación y sostenibilidad, para servir de centro que irradie al exterior, atrayendo a público verdaderamente interesado en la cultura real y no solo en el espectáculo efímero.