Opinión

La opinión sobre la fiesta del oviedismo: De abuelos a (bis) nietos

El Oviedo como relato de vida de Chani, su socio número 1, reconocido por la Aparo

Premiados por las peñas del Oviedo antes del Real Oviedo-Villarreal B

Premiados por las peñas del Oviedo antes del Real Oviedo-Villarreal B / Miki López

Querido Lucas:

Llegará el día dentro de unos años, cuando dejes de reptar y sepas caminar, y sepas hablar y ya tengas uso de razón, y quizá disfrutes ya del Oviedo entre los grandes, que te preguntarás quién era ese señor de 100 años tan tan del Oviedo que te ponía ojitos de adolescente mientras trepabas por sus brazos hasta darle un beso en la nariz.

Déjame contarte aquí, en su periódico, tres pinceladas suyas para que sepas por qué el oviedismo le tiene como ejemplo y te enorgullezcas. Y déjame contártelo en pasado, aunque teclearlo duela, porque es verdad que su envidiable salud todavía le permite seguir estando entre nosotros, y salir emocionado a recibir un premio al estrado y aplaudir, como hizo ayer cuando fue reconocido por la Aparo con el trofeo Herrerita. Pero también es verdad que no hay más que saludarle para entender que asume ya su tiempo de descuento, y lo asume con inteligente socarronería:

–Abuelo, ¿qué tal?

–Aquí estamos, de invitado un día más.

El abuelo al que trepabas aquel día en el sofá de su salón, Luquitas, es tu bisabuelo. Se llama Juan Serrano, pero es más Chani. Nació en 1924, dos años antes que el Oviedo. 99 años y medio antes que tú. En 1940 se hizo socio del Oviedo. En 2022 recibió el carnet número 1. En 2024 fue galardonado por todas las peñas azules. ¿Su mérito? 31.000 días seguidos, y subiendo, de militancia azul. 84 años de fidelidad.

De niño fue canterano hasta el Vetusta. De padre hizo socios a sus siete hijos. De abuelo alcanzó el número 1. De bisabuelo, ya lo habrás sentido, es guardián de sus valores. Su hermano, Félix, fue presidente. Dos de sus hijos, Jaime y Pedro, llegaron al primer equipo. Uno de sus nietos, Jaimín, llegó al Vetusta.

Tu "abuelobis", Luquitas, nunca vio al Oviedo como a su equipo, que también. El Oviedo fue, y es, el relato de su vida y la de su (tu) familia. El Oviedo en su cumpleaños. En su boda. En los bautizos de sus hijos. En tu bautizo. En los entierros de sus hermanos. En el entierro de su mujer. En la oficina. Cada viaje. Cada reunión. Cada día.

El Oviedo es alguien a quien ha visto nacer. Con quien ha crecido, con quien se ha hecho mayor. Alguien por quien reír, por quien sufrir, por quien celebrar, por quien llorar, por quien discutir, por quien penar. Pero, por encima de todo, alguien al que proteger. Un compañero de viaje. Un amigo. Un hermano.

El bisabuelo, Luquitas, ha ascendido y descendido con el Oviedo. Las ha visto de todos los colores sin despegarse ni un milímetro de él. Porque el orgullo de ser oviedista nunca se lo dio el resultado, sino el escudo. Él siempre sintió al Oviedo como un elemento troncal de su vida.

Por eso la insignia innegociable en la solapa. Por eso en su memoria de centenario hay hueco privilegiado para sus historietas con Marianín, con Lángara, con Herrerita, con Sánchez Lage… Por eso aquel esfuerzo para costear con dinero familiar la torre del marcador del viejo Tartiere. Por eso ya hace tiempo que sigue sus partidos por televisión y en soledad, porque se pone nervioso y no puede. Por eso el día del ascenso en Cádiz, mientras todo Oviedo cruzaba los dedos angustiado delante del televisor, él reposaba solo sentado en un banco en la calle Uría.

Para él el Oviedo es algo íntimo, de verdad, irremplazable, alguien al que recurrir como vía de escape incluso en los momentos más duros.

Por eso hace mes y poco, Lucas, aquel viernes de febrero en el que trepabas por sus brazos en el sofá de su casa, mientras el resto íbamos pasando por la habitación en la que yacía su mujer, tu bisabuela, para darle todos juntos el último adiós que se merecía, él te pedía que le dieras un beso en la nariz mientras lanzaba al aire la pregunta:

"¿Ya lo hicisteis socio del Oviedo?"

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