Opinión

El cruel sonido de la guerra

La invasión de Gaza por el Ejército israelí

Muestran la crueldad, la miseria, la brutalidad, la realidad de una situación viva y hasta el silencio de los muertos. Son los sonidos de la guerra.

Vemos todos los días imágenes de la guerra que ofrecen los medios de comunicación. Vemos los desastres, las ruinas, los escombros, el derribo de edificios. Pero normalmente son solamente imágenes mudas o editadas. Lo cual da una sensación bastante fría. Casi aséptica. Y como consecuencia de su repetición la sensación apenas produce rechazo. También se contempla en los medios la aparición de personajes implicados en los conflictos, presidentes, soldados, diplomáticos. Igualmente participantes en manifestaciones de rechazo o de apoyo a los actores de las guerras. Pueden ser imágenes fijas o en movimiento pero siempre, o casi siempre mudas o con un sonido lejano. Bombardeos o edificios en el momento del impacto, pero mudas.

El gemido de un niño, su llanto, sus gritos de dolor, el ruido de su traslado a un camastro ensangrentado, destartalado y rodeado de escombros, fue mostrado horas después del enésimo bombardeo del ejército israelí sobre la zona que alberga provisionalmente a cerca de un millón y medio de refugiados. Una conexión con la corresponsal en Jerusalén de un medio de comunicación mostró unas imágenes con sonido. Enseñaban la crueldad, la miseria, la brutalidad, la realidad de una situación. El sonido, los gritos de dolor, de unos niños heridos en la cabeza, en los ojos, en las piernas; su traslado a una especie de camilla improvisada en brazos de su padre, de su familia; los gemidos guturales de unos niños mientras eran cogidos por brazos y piernas para colocarlos sobre unas manchadas colchonetas eran una prueba aterradora de lo que es la guerra. Hasta el silencio de los muertos parecía después algo normal tras días, meses, años de guerra, de masacre, de injusticia.

Niños, miles de niños, mujeres, miles de mujeres, sus madres, con grandes vendajes, son las imágenes que vemos cada día en los informativos. Hubo un tiempo en que los locutores avisaban de la sensibilidad, de la crudeza, de la barbaridad de las imágenes que se iban a mostrar. Quizá era un tiempo en que daba tiempo a recibir y editar lo que llegaba a las redacciones. Hoy es tal la avalancha de imágenes que ya no da tiempo a su edición y suavización.

Lo mostrado de los niños gazatíes, de las mujeres gazatíes, de los jóvenes desmembrados, ensangrentados, gazatíes no es la única que nos llega de una guerra donde han muerto más de 35.000 civiles, la mayoría niños, madres y ancianos. También nos muestran a diario los informativos las víctimas de la invasión de Ucrania por las tropas de Vladimir Putin; o la sangrienta huída de niños y mujeres sudaneses que escapan de los incendios provocados por las bombas lanzadas por unos cañones que separan facciones de intereses menos políticos que económicos, quizá por razones étnicas pero difundidos como razones ideológicas; también la permanente destrucción de un país como Siria que lleva casi tres lustros de combates. Lugares donde los adolescentes no conocen ningún periodo de paz.

Las imágenes, supongo que en directo, mostradas por el informativo del Canal 24 horas han sido la mejor exposición de la crueldad de la invasión de Gaza por el Ejército israelí. Pero otras, estas diferidas, desde el confortable hemiciclo de la Asamblea de Naciones Unidas en las que el representante del Estado Judío tritura una de las declaraciones de condena del organismo internacional quizá no parezcan tan crueles como las los gemidos y gritos de los niños heridos pero muestran una realidad ya histórica. Porque Israel lleva muchos años despreciando las decisiones tomadas por la ONU sobre la situación de los territorios controlados y ocupados. Décadas de incumplimiento de recomendaciones y resoluciones aprobadas por cerca de doscientos países en favor de una inalcanzable paz.

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