Opinión

Cumpleaños feliz y musical

El Ensemble Ars Mundi festeja sus 15 años antes del cierre, por reformas, del Auditorio

El recital del pasado domingo sirvió para tributar un merecido homenaje al ensemble Ars Mundi, agrupación capitaneada por Yuri Nasushkin que, durante los últimos tres lustros, propaga -allá por donde va- un mensaje no sólo de armonía musical, sino de todos los valores que llevan aparejados el arte y la cultura. Sin duda, el compromiso de Nasushkin se corresponde con la admiración de sus pupilos que, en apenas un par de semanas, han preparado (en unas fechas muy complicadas repletas de recitales y trabajos académicos) dos programas diferentes: uno para la clausura de la temporada de la Sociedad Filarmónica de Oviedo y, el otro, para celebrar su propio cumpleaños la pasada tarde dominical.

Alfred Schnittke tiene una importancia capital para la joven agrupación. Este compositor vertebró buena parte del recital fundacional de Ars Mundi y, como gesto hacia aquella primera velada de hace quince años, con buen criterio se optó por la inclusión de una pieza del ecléctico compositor ruso: el "Quinteto para piano, dos violines, viola y violonchelo". Sus cinco movimientos fueron interpretados con solvencia por antiguos miembros de la formación, reflejando la expresividad y el minucioso tratamiento de las texturas y la intensidad del sonido. La contraposición entre los timbres de los violines y la viola, los cuidados ostinatos en el piano o la recurrencia de algunos motivos en los diferentes instrumentos, rubricaron una ejecución notable donde la sombra nostálgica que acecha en los cuatro primeros movimientos quedaría disipada en el "Moderato pastorale" final. Como propina, para culminar la primera mitad, el quinteto ofrecería el "Adagio" del ballet "Sketches", un cambio de tercio donde los músicos se recrearon en el hermoso lirismo de la pieza, también de Schnittke.

La segunda parte fue un despliegue de versatilidad por parte de la formación musical. El "Impromptu op. 5 número 5" de Sibelius dejaría una agrupación muy equilibrada, un aspecto fundamental en obras como ésta donde el compositor finlandés traspasa a la partitura su conocimiento sobre el violín y la cuerda. El "Nocturno" de Baghdasarian continuaría esta línea, con un sonido excepcional de Jesús Mendez (violín) al que sus colegas se encargaron de arropar, cediéndole todo el protagonismo y sin incomodarlo, en cuanto al volumen, en ningún momento.

En un formato más reducido (quinteto y trío) interpretarían la "Romanza para viola" de Bruch y "Oblivion", de Piazzolla. Bien ensamblados, Rodrigo Aguilera (viola) exhibió mucha pulcritud en cada una de sus intervenciones, con momentos de gran fragilidad donde el opaco timbre de la viola jugaría un papel fundamental. Por su parte, Carlota Carrera (violín), Verónica Makhno (viola) y Anibal Mortera (violonchelo) manejaron con personalidad los tempi en el tango de Piazzolla para ofrecer una versión aseada e interesante que gustó mucho al público.

Para finalizar, todos los intérpretes regalarían el "Divertimento para dos violines y piano" de Frolóv, una obra que aumenta sus posibilidades idiomáticas y expresivas gracias al arreglo de Jorge Carrillo, plasmando acertadamente la doble vertiente que plantea esta pieza entre unos mimbres más clásicos y una modernidad latente de mano de una excelente percusión. Gran trabajo de los dos solistas (Nicolás Ferreras y, nuevamente, Jesús Mendez) para sellar un estupendo recital y un cumpleaños musical muy feliz.

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